Sujeto a un proceso de intervención múltiple, arriba el Museo de la Revolución al aniversario 55 de su fundación. Su existencia data del 12 de diciembre de 1959, cuando el Decreto No. 17 firmado por el entonces comandante y ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Raúl Castro Ruz, le fijó la misión de “preservar el legado generado desde el Moncada hasta el triunfo de la Revolución”, señala su director, José Andrés Pérez Quintana.
Su sede inicial fue el Castillo de La Punta, donde se realizó una ingente labor destinada a la recopilación de objetos museables, que contó con el entusiasmo y la decisiva participación de la inolvidable Celia Sánchez Manduley.
Primera exposición pública
Luego de varios años dedicados a crear su patrimonio y de confeccionar el proyecto museográfico y museológico, tuvo lugar la primera exposición pública, inaugurada por el comandante Raúl Castro el 25 de julio de 1963, en la base del monumento erigido a Martí, en la Plaza de la Revolución que lleva su nombre. La consecución de ese empeño, precisa Pérez Quintana, fue posible debido a la labor, entre otros, del arquitecto Fernando López, ya fallecido, “uno de los protagonistas silenciosos que es necesario reconocer, pues tuvo a su cargo el proyecto de adaptación de la base del monumento para aquella exposición, al igual que el acondicionamiento del antiguo Palacio Presidencial como sede definitiva. Luego de varios años de cierre, el Museo fue reabierto el 2 de enero de 1974; López también participó en la restauración llevada a cabo de 1985 a 1987”, precisa el directivo.
La instalación del Museo en el fastuoso edificio que fuera sede de la presidencia del país desde 1920 hasta 1965, sumó una nueva razón para ganarse el aprecio del pueblo, el cual hasta el triunfo de la Revolución lo veía como madriguera de gobernantes corruptos y tiranos ajenos a las necesidades y sufrimientos de las masas.
“Esa visión comenzó a cambiar —apunta Pérez Quintana—, porque la Revolución dotó de muchos valores al edificio y a sus escenarios más cercanos: frente a él fueron creados las Milicias Nacionales Revolucionarias y los Comités de Defensa de la Revolución, y se realizaron numerosos actos populares, casi siempre con asistencia millonaria, caracterizados por el intercambio permanente de los dirigentes de la Revolución con el pueblo.
“Además, en ese inmueble se firmaron las leyes fundamentales contenidas en el Programa del Moncada, y se decidió conceder al Che la ciudadanía cubana por nacimiento”.
Viaje profundo a las raíces
Según su director, un momento importante en la historia del Museo de la Revolución ocurrió en la segunda mitad de la década de los ochenta, cuando “tuvo lugar un proceso de mejoramiento constructivo de la edificación y del criterio de la exposición mediante un remontaje total.
“En mi opinión, su reapertura el 27 de enero de 1988, luego de más de dos años de intensos trabajos, significó un momento especial para los cubanos, porque que la institución asumió una manera novedosa de expresarse. Por ejemplo, de aquellos años las personas recuerdan, como algo muy revelador, la instalación del Memorial Camilo-Che, el cual siempre ha sido, sobre todo a los ojos del cubano, uno de los elementos distintivos del centro”.
Momentos inolvidables
La inauguración del Memorial Granma y su integración al Museo, es considerada por Pérez Quintana como un momento culminante en el historial de la institución:
“Se trata de un componente que nadie puede ignorar. Los trabajos de preparación del área donde sería levantado comenzaron en febrero de 1975, y las obras transcurrieron de manera más acelerada en 1976, y el 14 de noviembre de ese año el yate fue introducido en la urna donde permanecerá por siempre”.
Días más tarde, 1 de diciembre, el Memorial Granma quedó inaugurado con la presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz , del general de ejército Raúl Castro Ruz y de otros destacados dirigentes de la Revolución”.
Otro suceso importante, cuenta, aconteció el 19 de abril de 1989, cuando el Comandante en Jefe inauguró también el Monumento a los Héroes Eternos de la Patria Nueva, y encendió la llama eterna en homenaje a todas las personas, vivas o muertas, que desde el 26 de julio de 1953 hasta hoy han aportado a la existencia de la Revolución.
Labor compleja, detallada y rigurosa
El Museo arriba a sus 55 años en medio de una intervención múltiple, consistente no solo en muy complejas faenas de construcción y restauración, sino también un silencioso proceso de renovación hacia lo interno que el visitante podrá apreciar cuando la exposición quede reinstalada.
Al referirse a ello, Pérez Quintana señala la coexistencia de “un afán de mejoramiento tanto constructivo como del Museo en relación con la muestra, condiciones de seguridad y conservación de esta, y forma de gestión de la institución con vistas a lograr su contemporaneidad”.
Precisa que “la labor de restauración, muy compleja, detallada y rigurosa, se realiza con materiales que garantizarán su durabilidad y preservarán las aplicaciones hechas, pues de trata de un edificio de prácticamente cien años, sometido a la influencia de los aerosoles marinos en la piedra, la herrería, las soluciones metálicas…”.
Entre las proyecciones del Museo, se encuentran una intervención profunda del Salón de los Espejos y el rescate del Salón de la Bandera y del comedor familiar, los cuales, junto con el despacho presidencial y el salón del Consejo de Ministros, permitirán al público tener una idea real de cómo eran esos espacios del esplendoroso palacio desde donde tantos malos gobernantes se volvieron de espaldas al pueblo.
En constante avance con la Revolución
Hoy la institución atesora un fondo de aproximadamente ocho mil piezas, y de enero de 1974 hacia acá ha recibido a más de cinco millones de visitantes nacionales y extranjeros. Es, además, un vehículo de formación de niños y jóvenes que, de forma individual o con sus colectivos docentes, acuden a él y mediante las evidencias expuestas confirman la apasionante historia patria que se les imparte en sus correspondientes niveles de enseñanza.
Una cuestión considerada por su director como de suma importancia, es que el Museo mantiene sus servicios fundamentales y en su proyección “la exposición se enriquecerá permanentemente en la medida en que se generen acontecimientos relevantes y momentos trascendentes. Es decir, permanece en constante avance con la Revolución.
“Incluso con las carencias de espacio debidas al proceso de intervención, no dejan de mostrarse los acontecimientos relacionados con las misiones internacionalistas de la Revolución, tanto civiles como militares, en distintos países. Y por encima de todo, por ser lo más importante, está expuesto el papel del pueblo.
Acerca del autor
Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.