Esa interrogante quita el sueño a Marjoris Pupo Vázquez, quien se desempeña desde hace tres años como lectora en la fábrica de tabacos para la exportación en el municipio de Cienfuegos. Nos escribe diciendo que todo comenzó cuando solicitó a la administración incorporarse a un diplomado de Locución en la emisora provincial Radio Ciudad del Mar, para elevar la calidad de su trabajo.
Inicialmente la directora estuvo de acuerdo en darle la carta que exigían para la matrícula, pero cuando la interpeló por segunda ocasión, lo que recibió fue similar a un baño de agua fría, expresa. Me dijo que eso era como ‘echarle carne a los tiburones’, afirma Marjoris, pues existe el antecedente de otros lectores, quienes actualmente son locutores en la emisora y piensan que yo también quiero irme.
La negativa vino además del departamento de Recursos Humanos, donde también pusieron trabas y excusas: que no podían capacitarla para que luego se fuera, que si tenía un accidente el día del curso tendrían que pagarle como si fuese de trabajo, que la superación debe hacerla fuera del horario laboral porque esa no es una necesidad de la empresa, que si hubiera sido por tres meses la habrían autorizado. Incluso le dijeron que no necesitaba más preparación, planteamiento contradictorio, porque en el expediente laboral consta la recomendación de mejorar la calidad y desempeño en su trabajo.
“Ante mi insistencia y luego de asegurarles la intención de permanecer en el centro, finalmente me hicieron la carta, no sin antes recalcarme que si paso el curso (un año de duración con una frecuencia de cuatro horas una vez a la semana) me descontarán ese tiempo y perderé la estimulación”, señala.
Ansiosa de orientación acerca de la capacitación Marjoris se pregunta: ¿Por qué me dicen que no la requiero si así lo advierten en las evaluaciones? ¿Se planifica porque la necesite el trabajador o por necesidad de la empresa? ¿Si esta no me la garantiza, por qué ponen inconvenientes cuando yo la gestiono?
Ahorros que no llegan
Casi dos años de paciente espera y trámites infructuosos viven cinco trabajadores del INDER para cobrar el dinero ahorrado durante su misión internacionalista en la República Bolivariana de Venezuela. En busca de ayuda escribieron a Buzón abierto los camagüeyanos Julio César Piloy Pilar, Osmany Palacio Montejo, René Pérez Marcial, Antonio Lean Martínez y Lethi Lisset Afón Cardoso.
Desde su regreso esperan por la parte de su salario economizada durante el tiempo de trabajo en el exterior para recibirla en Cuba y no son pocas las gestiones realizadas a través del departamento que atiende colaboración en la provincia donde residen. Además de llenar planillas han tenido que aportar los estados de cuentas, trámite por el cual el banco cobra 5 CUC en cada oportunidad.
Hasta el momento no entienden el porqué de la demora. “Nos han explicado que se crearon comisiones, que están analizando, revisando documentos, que han ocurrido cambios, que están conformando una base de datos sobre lo que está en las nóminas…”, ex- presan. Aseguran que retornaron con evaluaciones excelentes del trabajo desempeñado y ahora piden que se cumpla el compromiso contraído con ellos.
Cartas como estas llegan a menudo a nuestra redacción y son respondidas de forma rápida por el organismo. ¿Por qué entonces la excesiva demora en la solución de los casos?