Por Ernesto Montero Acuña
Cada día es bueno para recordar a Camilo Cienfuegos. En Camagüey, por ejemplo, se rememora el Primero de Mayo en que les habló a los trabajadores. No se olvida tampoco cuando contrarrestó allí la traición. Ni la tarde en que partió de la ciudad donde está sembrado.
Como lo calificó Nicolás Guillén, Camilo porta el simbolismo perpetuo de su nombre, de quien no duerme, ni descansa en paz, como “dice la mansa/ costumbre de flores, (1) la que olvida/ que un muerto nunca descansa/ cuando es un muerto lleno de vida”.
No se olvida el Primero de Mayo de 1959 en que algún niño marchó, admirado, junto al comandante legendario, hasta desembocar en el vetusto puente sobre el Hatibonico, para enrumbar hacia el Casino Campestre, donde el guerrillero histórico prodigó sus verdades memorables.
Dijo: “Tenemos que emplear todo el tiempo en unirnos, en apoyar la Revolución, en apoyar las medidas revolucionarias que a diario está dictando nuestro Gobierno revolucionario…” Aquella manifestación era para “decirle al Gobierno: apoyamos a la Revolución, apoyamos a las medidas revolucionarias que el Gobierno ha hecho para los trabajadores.”
El gran parque camagüeyano adquirió así perpetuidad, porque Camilo le aportó un valor que el vergel citadino no traía de cuando sirvió como recurso público a políticos encumbrados y, a veces, para caminatas pueblerinas que calmaran la impaciencia de los aburridos.
Cuando se recuerda al héroe, siempre, se piensa en el hecho trágico del 28 de octubre de 1959. Casi al medio día, había partido de Ciudad Libertad, en La Habana, hacia el Camagüey donde ocho días antes había encerrado la traición. Con sus actos, Camilo se alzó en el recuerdo como “Jinete en el aire fino” (2), al modo en que Guillén lo percibió.
Ahí viene, avanza el río
de su barba serena.
Suena su voz, su permanente voz resuena,
arde en la patria pura un gran fulgor de estío.
Se oye ¡Partir!, que ordena
y partimos. ¡Avanzar!, y avanzamos. (3)
El Cessna 310, con la identificación FAR 53, despegó de Camagüey a las seis y un minuto, de regreso, para un vuelo de dos horas que todavía dura, perpetuo. El viernes 30 de octubre se ordenó oficialmente buscarlo por todas partes, hasta el 12 de noviembre, hasta todavía, hasta siempre.
(1) Nicolás Guillén: Camilo, Tengo, Obra poética, tomo II, ed. Letras Cubanas, 2011, pp. 113-114.
(2) Nicolás Guillén: Ídem, p. 113.
(3) Nicolás Guillén: Ídem, p. 114.