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Los payasos son personajes estereotipados y asociados al circo, y rara vez alguien llega a verlos como algo más. Quizás esa fue la razón que guió a los muchachos de la compañía Teatro Tuyo, de Las Tunas, a reunirse y adentrarse al teatro clown. Quizás fue también lo que los llevó a cambiar esquemas y trascender y así llegar a ser invitados básicos al Festival Nacional de Teatro de Camagüey.
Hace 15 años esos locos decidieron dedicarse a esta variante, con la cual se cuentan historias al estilo teatral convencional utilizando las técnicas del clown. ¡Menos mal! Porque esa tozudez logró sacar del abismo a esta manifestación.
Compraron los cinco sellos y pagaron las cuotas de 100 pesos que los validaba como payasos y animaron cumpleaños por 138 pesos. Pero querían otro camino; hacer más por el niño que llevaban dentro y por los que irían a verlos allá al barrio tunero algo alejado del centro de la ciudad que les brindó una sede.
Y como resultado de esos años de dedicación nació Gris, propuesta que presentan en la XV edición del festival que denota una madurez técnica, limpieza espiritual, transparencia en la narración y coherencia, como planteara Norge Espinosa Mendoza, dramaturgo y escritor.
Es una pieza otra, tan diferente a su puesta anterior, Narices, que asustó al saber que no habrían los clásicos colores y que cambiaría su perspectiva y que no contaba con un presupuesto asignado desde el inicio y que no tenía un guión pensado con anterioridad.
Pero no importó nada y con solo 500 pesos, y con la asesoría inocente de niños de tercer grado se terminó una historia sencilla, pero que demandó “dominio de la técnica porque el montaje es elemental”, según acotó Ernesto Parra, director de la agrupación.
Y aunque muchos saben que crean pensando en niños, ellos conscientemente rompen esquemas y se saben observados por los adultos, quienes miden el pulso de su crecimiento que se ha consolidado con el paso de los años y su participación en la cita bianual de octubre.
“Hasta aquí llegamos nosotros no como simples participantes, sino como estudiantes, ininterrumpidamente desde el 2006 —recuerda Parra—. Esta ha sido como una universidad, la cual nos nutre y forma. Es un espacio que rebasa los límites de una programación; es donde devuelves lo que encontraste y aprendiste.
“Camagüey es una ciudad que no solo une el oriente con el resto del país, y posee las condiciones técnicas, sino que además tiene una magia atípica, una mística. Ya son alrededor de 30 años formando y cultivando a un público que está aderezado por otras manifestaciones artísticas que aquí se desarrollan”.
