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“Las administraciones que triunfan, los colectivos que triunfan son los que colocan al sindicato en el lugar de preferencia que merecen. Sin esta alianza, incluidas las contradicciones, no hay posibilidad alguna de éxito”.
Esta afirmación por sí sola es absoluta y hasta pudiera parecer parcializada, mas cuando resulta de la experiencia, al menos ante mí, se convierte en verdad. Fue dicha por uno de esos hombres que bebiendo de la savia de los demás y entregando su sabiduría ha colocado a su unidad básica de producción cooperativa (UBPC) en la vanguardia de las de su tipo en el país.
¿Es excepción quien así piensa? Como Omar Prado Delgado, el administrador de la UBPC Los Indios, de Calimete, deben pensar y actuar aquellos que han logrado consolidar a esta estructura productiva, la última de las muchísimas creadas para organizar a las fuerzas productivas en el campo.
Y esta no es una excepción. Hoy son ampliamente mayoritarias las que alcanzan eficiencia productiva y económica en las ramas agropecuaria y cañera. Ya no pueden contarse con los dedos de una mano, aunque esta satisfacción, desdichadamente no alcance también a las tabacaleras, donde hay paradigmas, pero el balance es desfavorable.
Para estas unidades no se diseñaron modelos de dirección diferentes al resto de los colectivos laborales. Al crear las UBPC se establecieron bases, que luego se perfeccionaron con la aplicación de medidas para desatar los nudos que las ataban en su desempeño; el cómo hacerlo es potestad de los hombres que las integran.
Las administraciones no trabajan solas. Las UBPC eficientes que conozco evidencian la influencia del sindicato. Las transformaciones y el logro de la autonomía en la gestión productiva son fruto de la alianza tácita entre las organizaciones que conducen a cada colectivo. La falta de liderazgo es el talón de Aquiles de esas que todavía no despegan y tienen empeñada su supervivencia.
Como en todos los colectivos laborales, en las UBPC se organizan el buró y las secciones sindicales, en dependencia de la cantidad de trabajadores que existen; tienen las bases del funcionamiento y sus responsabilidades, que se adecuan según el pensamiento de quienes las componen.
Al sindicato no le pueden ser ajenos el cumplimiento del plan de producción ni los indicadores económicos y financieros de cada entidad, como tampoco lo han de ser la exigencia porque se hagan y cumplan los planes de capacitación, se aplique la ciencia y la técnica y se creen las condiciones de trabajo, para que los hombres puedan rendir más y aumenten sus aportes a la economía nacional.
También le corresponde crear espacios de intercambio que propicien el entendimiento de que el cambio climático está afectando, esencialmente en el escenario abierto de la agricultura, y se logre una interacción para mitigar sus efectos.
Velar porque se cumplan los reglamentos, los recursos se empleen eficientemente e inculcar valores éticos a los trabajadores, son responsabilidades del sindicato en estas unidades.
Una tarea de orden en estos tiempos es la adecuación de las plantillas al contenido de cada entidad, lo cual hace más viable el principio socialista de que cada cual gane según su trabajo. La conciencia se va creando cuando hay una base económica que responde a los intereses de los trabajadores; después podrá hablarse de permanencia en el puesto y de sentido de pertenencia.
Estas unidades tienen legitimada su autonomía al punto de poder decidir el porcentaje de las utilidades que se distribuye a cada trabajador, en concordancia con los resultados de su trabajo, siempre que no ponga en peligro la estabilidad económica para enfrentar casos de desastres o el patrimonio creado.
La asamblea de afiliados es como hacer un alto para valorar lo que se ha hecho cada mes. Informar claramente, escuchar a los trabajadores y buscar fórmulas para resolver los tropiezos del día a día son el meollo de un encuentro que debe atraer al colectivo. No vamos con gusto a una reunión de compromiso; con el contenido y los aliños cargan la administración y el sindicato.
Un binomio que con funciones diferentes y hasta contrapuestas en apariencia, se erige en la fortaleza de cada UBPC. En la toma de decisiones, en el actuar de cada una, en la manera de conducir a los hombres; en ese ir y venir, en la cotidianidad, forjan estilos de trabajo, surgen alianzas y contradicciones, que bien enrumbabas son el camino al éxito.
