Por Thalía Fung
Inclusive en su tiempo, y por los propios marxistas, la Primera Internacional fue objeto de muchas críticas. Una de ellas fue que al unirse los sindicatos y las agrupaciones políticas debilitaban aquellos el sentido revolucionario de las segundas, por priorizar las reclamaciones económicas.
Al mirarlas desde hoy, nos parece que dicho análisis merece una aproximación de mayor contextualización, porque realmente, aunque los movimientos políticos tienden a tener una base más orgánica y construyen una ideología de mayor alcance, la unión de dos tipos de organizaciones amerita un reconocimiento especial por lo que significa unificar sus intereses en función de las necesidades y posibilidades de sus actores y destinatarios. De entrada, para las organizaciones políticas propicia una difusión de sus ideas y la prospectiva de ampliar sus sujetos portadores. Sus consecuencias actuales no son de menospreciar. Es verdad que las reclamaciones económicas tienden a debilitar los aspectos políticos, pero Marx decía que el obrero lucha por la mejoría de su situación, lo cual no puede olvidarse por la política.
El balance de las huelgas económicas y políticas le sirvió a Lenin para medir el ascenso y descenso de la Revolución de 1905 y es la política la que debe comprender su alcance, porque las reclamaciones económicas responden a las necesidades inmediatas de la vida cotidiana del trabajador, y también es la política la que debe educar al obrero en conocer cómo construir una vida permanentemente mejor, lo que implicaría que el sistema imperante, el capitalismo, defenderá el poder de los ricos a cualquier precio, por lo cual, la construcción de otro sistema político donde se prioricen los intereses de las mayorías es la única salida definitiva a su situación.
Tampoco se puede minusvalorar que la propia conjunción de intereses diferentes, es decir que las agrupaciones políticas puedan extender su comunicación e influencia a un sujeto numeroso, diverso, organizado y de gran capacidad productiva, constituye un logro político de gran alcance.
Precisamente en el Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores, conocida por la Primera Internacional, Marx refiere la situación de miseria e insalubridad en que vivían los obreros, a pesar de la prédica capitalista de que cuando las operaciones mercantiles hubieran alcanzado cifras de gran volumen, también las masas participarían de dichos beneficios, sobre lo que recuerda a Nerón cuando se sonrió al informarse que la llamada provincia de África era propiedad de solo seis personas.
Nos enfrentamos a una crisis económica mundial y ello lo escuchamos de modo sistemático; pero, ¿quiénes son los que la soportan y sufren?, los que Lenin llamó oprimidos, las mayorías de los países excolonizados y los sujetos globales que Fidel conceptualizó como pobres, entre los cuales los obreros con empleos podrían considerarse la cúspide; pero ellos mismos saben de la precariedad de su situación. Y, ¿quiénes no han sido alcanzados por la crisis mundial?, las élites corporativas que las estadísticas muestran cada vez más ricas y poderosas. Luego, la crisis mundial es para los que se encuentran por debajo de aquellas.
La Primera Internacional nos muestra una estrategia mundial que hoy debería y podría ser extendida, porque no concierne solo a los obreros y a los partidarios de las organizaciones políticas progresivas, sino que se extiende a otros sujetos develados por la política: excolonizados, campesinos, pueblos originarios, pequeña y media burguesía, medioambientalistas, funcionarios, empleados, desempleados, no ciudadanos, marginados, porque el devenir nos ha llevado a una encrucijada en que nuestros intereses coinciden o pueden coincidir ante la política y las estrategias económicas que enfrentan a los hombres, e inclusive, de modo agresivo, a nuestro único y extraordinario hogar común: la Tierra, por lo que al final nos afectará a todos como especie.
La Primera Internacional fue la primera organización de los trabajadores a nivel mundial que ofreció la visión alternativa de la sociedad internacional, la aproximación de “los de abajo” de todos los países. La convocatoria de “Proletarios de todos los países, uníos” fue lanzada al mundo y aglutinó a obreros, trabajadores y comunistas. Fue la primera vez, hasta que Lenin la universalizó verdaderamente al llamado de “Proletarios y pueblos oprimidos del mundo, uníos” que estremeció a Ho Chi Minh, porque sintió su causa verdaderamente representada. Hoy, ante la crucial situación actual, dicha estrategia se hace más urgente, por lo que la convocatoria de Marx a la unidad se extiende a la casi totalidad de los hombres.