Comienzan a contar la historia y las voces se van “colando” en el corazón de los presentes, exaltando algunas lágrimas que son imposibles de evitar. Los testimonios son conmovedores; unos se prolongan por varios minutos, otros son muy escuetos, depende de cuanto tenga cada uno que contar.
Más de 280 personas de alrededor de 45 países están en La Habana unidos por el objetivo común de romper el muro de silencio creado en Estados Unidos en torno al caso de los Cinco, y llegar a las autoridades de ese país para que, con el uso de su poder, liberen a Gerardo, Ramón y Antonio, los tres que aún permanecen cumpliendo sus injustas condenas.
“No tengo mucho que decir. Mi historia es la historia de los Cinco”, Ivette González Salanueva articuló sus palabras con una insospechada contundencia, y la tensión creció en el auditorio. Fue la más breve en el panel de los hijos de los Cinco: “Quien no tenga idea de lo que son 16 años, que me miren. ¡Estos son 16 años!
El 12 de septiembre de 1998, cuando oficiales del FBI irrumpieron en el apartamento de Miami donde vivía René González Shewerert con su familia: Olguita, la esposa, Irmita su hija adolescente e Ivette, ella tenía solo cuatro meses. No entendió nada y mucho le costó ver a su padre encadenado, a quien confundió con un perro, según le dijo a su mamá; varios años después, cuando al fin pudo visitarlo en la prisión, lo conoció con aquel uniforme horrible.
Durante sus visitas estuvo condenada a no acariciar a su papá, solo a darle un beso en el recibimiento y otro en la despedida e intercambiar con él las pocas cosas que entonces tenían en común.
Por eso, dijo Ivette, a mí me gusta escuchar a mi mamá y a mi hermana cuando hablan de sus recuerdos junto a mi papá. “La primera vez que yo lo vi fue en prisión con uniforme de preso y el único cumpleaños que he pasado con él fueron mis 15”.
El resto de los hijos: Tonito, Irmita, Laura, Lisbeth y Ailí, a su manera, narraron las vivencias antes de la prisión y durante sus visitas a las cárceles norteamericanas. Experiencias lastimeras durante los trámites en cárceles de máxima seguridad, en ocasiones en que, estando en Estados Unidos, no pudieron ver a su padre porque decretaron un look dawn en la prisión, los cumpleaños celebrados tras las rejas, sus añoranzas, su confianza en una solución al caso, el sentirse acompañadas por los amigos solidarios de todo el mundo, la energía que le transmiten sus padres, cuando por ejemplo, Ramón le asegura Ailí, la mayor de sus descendientes: “Este es el año”, en referencia al último año en el encierro.
El X Coloquio internacional de solidaridad con los Cinco y contra el terrorismo marcó otro paso en la lucha por la liberación de tres antiterroristas cubanos, que 16 años después aún permanecen cumpliendo injustas condenas. Estas acciones se encadenan con las que se celebran en Washington, donde el Comité Internacional y Nacional por la libertad de los Cinco trata de tocar los puntos clave del poder en Estados Unidos.
Desde todo el mundo nos llegan ecos de las actividades que se hacen en estos días, en una jornada que se extenderá hasta el 6 de octubre, justo cuando se cumplirán 38 años del sabotaje a una nave de Cubana de Aviación, que explotó en pleno vuelo cerca de las costas de Barbados y truncó la vida de 73 personas, como consecuencia de la explosión de una bomba “guiada” por los terroristas Luis Posada Carriles y Orlando Bosh Ávila.
Desde esta página llegue el agradecimiento de todos, a Mirta Rodríguez, la madre de Tony, a quien estos panelistas reconocieron como la promotora de que ellos estuvieran allí.