Por René Camilo García Rivera, estudiante de Periodismo
La mujer dormía en su habitación el sábado en la noche. Al otro día, por primera vez en la semana, podría descansar más allá de las cinco de la madrugada. A esa hora se levanta cada jornada para llegar temprano al trabajo.
Ya había apagado el televisor y chequeado que su hija de 22 años estaba en casa, cuando decidió irse a la cama apaciblemente. Ella descansaba y las entrañas de la tierra empezaban a despertarse…
A las 3 y 20 de la madrugada parecía que un gigante entraba a su cuarto para estremecer su lecho en todas direcciones. De un salto se sentó y alcanzó a ver cómo el librero de la pared de enfrente se derribaba y los libros se esparcían como pájaros. Los cristales de la ventana se volvieron casi una arena transparente.
La señora Hill se percató de que un terremoto de gran magnitud azotaba la ciudad y no pudo más que pensar en su hija. Echó a correr por el pasillo en dirección a la habitación de la muchacha, pero una puerta abierta paró en seco el impulso de la mujer de 52 años.
Finalmente, la hija fue quien la auxilió a ella y la llevó hasta el hospital Queen of the Valley con una profunda herida en la clavícula. Megan Hill es una de las 90 personas que ha atendido esta institución médica a consecuencia del sismo que afectó a la bahía de San Francisco este fin de semana. De magnitud 6,1 constituye el más intenso de la ciudad en los últimos 25 años.