Germanofobia, persecuciones y otras aventuras cubanas en la Primera Guerra Mundial

Germanofobia, persecuciones y otras aventuras cubanas en la Primera Guerra Mundial

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Los alzados de La Chambelona
Los alzados de La Chambelona

Alejo Carpentier, con su estilo narrativo mostró cómo, en un país imaginario, pero que tiene mucho de Cuba y de otros de nuestra América, desde el poder se utilizó el ambiente de la Primera Guerra Mundial para enfrentar conflictos políticos internos:

Resuelto estaba [el Primer Magistrado]; él también, nuevo Templario, se sumaba a la Santa Cruzada de la Latinidad. Una victoria de Walter Hoffmann [su adversario político] y de su camarilla significaba una germanización de nuestra cultura. Fácil sería, además, ridiculizarlo ante la opinión. Por su personalidad, sus lecturas; los retratos de Federico I, de Bismarck, de Moltke, que adornaban su despacho; su ocultamiento de la pobre anciana (…) como antecesora poco decorativa (…), el rebelde era vivo espejo de la barbarie prusiana que, no solamente se había desatado sobre Europa, sino que pronto amenazaría estas Tierras del Futuro (…).[1]

La Primera Guerra Mundial había estallado en 1914, en 1917 Cuba entró en la contienda, frente a Alemania primero y a Austria-Hungría después, pero cuando las declaraciones oficiales se preparaban y presentaban, el país vivía un conflicto interno: el alzamiento liberal de febrero de ese año, conocido por alzamiento de La Chambelona, frente a la reelección fraudulenta del presidente Mario García Menocal. El ambiente, por tanto, era muy complejo cuando el presidente y su equipo debían garantizar estabilidad y control de la situación para desplegar sus obligaciones como país beligerante, cuestión muy importante para su imagen como “aliado”, especialmente de Estados Unidos.

La condición de contendiente dentro de la Primera Guerra Mundial conllevó un conjunto de acciones en correspondencia con ese estatus. Había que tomar partido ante los conflictos que esto planteaba. Entre las primeras medidas estuvieron la creación de la Junta de Subsistencias, para asegurar la adquisición y venta de víveres, y el Consejo Nacional de Defensa Económica. El Ejecutivo también presentó la ley del servicio militar obligatorio, la cual fue muy controvertida dado el rechazo que encontró en algunos congresistas, por lo que no se pudo aprobar hasta agosto de 1918, cuando la guerra estaba en sus finales. Pero estas medidas no eran suficientes –además de los “negocios” que se hicieron alrededor de estos mecanismos de control, en lo que estuvieron vinculadas directamente figuras del gobierno cubano y de los representantes estadounidenses–, había que garantizar un buen clima para la cooperación con los aliados y, sobre todo, para la realización de las zafras azucareras. Por tanto, los liberales alzados aparecían como enemigos ante la situación internacional.

Durante los meses en que los liberales, que se habían alzado en febrero, mantuvieron la hostilidad al gobierno de Menocal, empezó a manejarse que había germanófilos en aquellos grupos. La dirección liberal buscó insistentemente, y por diversas vías, la intervención de Estados Unidos en la situación política, de manera que se atendieran sus reclamaciones sobre fraudes, pero aquel país estaba muy interesado en la pacificación de la Isla pues su primera prioridad era el conflicto europeo, de ahí que no hubo respuesta favorable, por el contrario, el ministro estadounidense, Mr. González, hizo patente el respaldo al gobierno “constitucional”. En los documentos estadounidenses de relaciones exteriores, se encuentran algunas alusiones a “germanofilia” o influencia alemana dentro de los alzados de La Chambelona, lo que era una grave acusación. Finalmente, ante la posición estadounidense de apoyo a Menocal, los alzados fueron deponiendo las armas.

Como parte de aquel ambiente se desató en el país una fiebre de persecución contra los acusados de “germanófilos”, en lo que se incluía no solo a los alzados de La Chambelona, sino a quienes participaran en protestas obreras y otra variedad de grupos y casos. Estados Unidos estuvo muy involucrado con tales situaciones, de hecho había elaborado una “Lista Negra” que incluía a 27 firmas de comerciantes establecidos en Cuba con quienes se prohibía negociar como parte del ambiente que se creó en aquellos años.

Entre las medidas que se tomaron como parte de la “guerra”, estuvo la censura a la correspondencia de determinados países, así como a la prensa. También se adoptaron medidas contra el espionaje. Se iba creando un ambiente de desconfianza y persecución en el país.

En agosto de ese año se realizaron acciones contra los “enemigos” cuando cuatro barcos alemanes, que estaban en puertos cubanos, fueron tomados y entregados a Estados Unidos para su utilización hasta el final de la guerra. A los tripulantes se les internó en La Cabaña. No obstante, el trámite con los barcos se demoró porque el gobierno isleño quería que portaran bandera cubana; finalmente se determinó que los utilizara la Shipping Board.

En abril del propio año 1917, se clausuró el Diario Español bajo el argumento de que atacaba a los aliados y había utilizado conceptos despectivos hacia los cubanos. Aunque en julio el periódico volvió a circular, su director fue expulsado en agosto. También el Diario de la Marina recibió acusaciones por germanofilia. En el propio mes de abril se habían ocupado 70 números de la revista Germania a un alemán pues, se dijo, tenían propaganda alemana en español y en inglés.[2] El 15 de diciembre fue detenido Germán Michaelsen, ex cónsul de Austria-Hungría en Santiago de Cuba.

El año 1918 comenzó con nuevas detenciones: el 21 de enero fue Rafael Perón de la Cerda, director de Camagüey gráfico, por un artículo que se calificó de germanófilo, pero también fueron detenidas otras personas, tanto cubanas como extranjeras. Las noticias de alemanes detenidos y remitidos a La Cabaña salían con frecuencia en la prensa: en marzo de 1918 se publicó que había 107 alemanes en esa prisión, pero otros ciudadanos también fueron objeto de ese tipo de medidas. En diferentes momentos fueron expulsados españoles por germanófilos. En marzo de 1918 se anunció la expulsión de dos, en mayo fueron 19, en agosto se expulsaron 15 y en septiembre uno. También fueron expulsados, según la prensa de la época, un dominicano y un puertorriqueño.

En el capítulo de las detenciones hubo casos de cierta controversia, como cuando en junio de 1918 fueron detenidos en Matanzas cuatro alemanes que eran empleados de la planta eléctrica, pero el director dijo que la ciudad quedaría sin luz por lo que dejaron a uno libre; también estuvo el caso, en octubre de 1918, de la detención del banquero Upman y otros alemanes, pero Herman y Albert Upman permanecieron presos en sus casas, mientras el resto fue para La Cabaña.

En septiembre de 1918, por otra parte, se aprobó un decreto para “intervenir y controlar” los bienes del “enemigo” y se nombró a Antonio Sánchez de Bustamante como interventor.

Entre las medidas de persecución al “enemigo” estuvo la censura. La Censorship Board solicitó al Departamento de Estado que indicara al gobierno cubano no censurar la correspondencia de Estados Unidos puesto que ellos ya la habían pasado por su censura, por lo que Cuba la suspendió, pero siguió aplicándola en otros muchos casos. México y España fueron de los más perseguidos en esa dirección, aunque no los únicos. Según un informe del Departamento de Inteligencia Naval de Estados Unidos, de febrero de 1918, los buques españoles que navegaban entre Cuba, México, Venezuela y Colombia, llevaban correspondencia y propaganda alemana, por lo que serían particularmente vigilados.

Para el trabajo de censurar, llegaron a Cuba dos norteamericanos: el mayor Van Natta y el capitán Goelet, quienes ayudarían al gobierno cubano en esa labor. En Cuba se había establecido una comisión de censura, la que registraba la correspondencia y paquetería. Por insistencia de Estados Unidos, los registros a la correspondencia y funcionarios mexicanos se hicieron muy rigurosos, tanto que México retiró su representación diplomática de La Habana.

Todas las acciones que se venían realizando desde 1917 se normaron por leyes de julio y agosto de 1918, llamadas “de espionaje”, que autorizaban la detención e internamiento de enemigos, el establecimiento de la censura y otras medidas. Por otra parte, la marina de guerra cubana prácticamente se puso a las órdenes de las autoridades estadounidenses.

Toda la política de guerra que articuló el gobierno de Cuba, también contempló la solicitud a Estados Unidos de préstamos, con el argumento de los gastos en que el país había incurrido. Este asunto fue muy complicado pues Menocal aspiraba a quince millones, pero el vecino fue aprobando por partes a lo largo de ese tiempo, con condicionamientos de su uso.

Como parte del ambiente que se fomentaba en Cuba para el apoyo a la posición gubernamental de ser parte de los aliados, hubo decisiones que involucraban a la población, como el cambio de nombre de la calle Galiano, en La Habana, por Avenida de Italia, el de Línea por Wilson y el de Marina por Washington en 1918, o la declaración de las fechas simbólicas de Estados Unidos, Francia y Bélgica, es decir, 4, 14 y 21 de julio, como días festivos. Inclusive, el Ayuntamiento de La Habana designó al pintor Romañach para hacer un retrato de Woodrow Wilson, el presidente estadounidense. Además, se exhibían películas sobre la guerra, se hacían publicaciones con ese tema, en fin que se creaba todo un clima para inducir el apoyo a la posición de beligerante.

Al término de las hostilidades, el gobierno cubano y el de Brasil fueron los únicos de esta parte del mundo, junto a Estados Unidos, que tomaron parte en la Conferencia de Paz y firmaron el Tratado de Versalles el 28 de junio de 1919 con Alemania y el 10 de septiembre el de Saint Germain con Austria. Menocal se ufanaba de esta participación, aunque no logró el envío de tropas cubanas al frente.

La Primera Guerra Mundial, por tanto, no fue solo el momento de las “Vacas Gordas” en Cuba, sino también un período de persecuciones al calor de las medidas “contra el enemigo”, contra los que, por distintas razones, fueron catalogados de “germanófilos”. Es otra cara de esa historia.

[1] Alejo Carpentier: El recurso del método. Editorial de Arte y Literatura, La Habana, 1974, p. 143

[2] Muchas de estas acciones se encuentran en León Primelles: Crónica Cubana 1915-1918. Editorial Lex, La Habana, 1957

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2 comentarios en Germanofobia, persecuciones y otras aventuras cubanas en la Primera Guerra Mundial

  1. En lo que se refiere a esta problematica se publicó recientemente un libro que se titula : Cuba durante la Primera Guerra Mundial o las desilusiones del desarrollo civilizado. Existian también soldados cubanos que lucharon en los frentes europeos.

  2. LA PRENSA MANIPULADA POR LA MAFIA FINANCIERA NATIVA Y SOMETIDA AL NORTE REVUELTO Y BRUTAL, DAS VIERTE REICH, EE.UU., SIMPLEMENTE COTORREABA LO QUE A UN ESTADO VASALLO LE SUGIERE SU AMO. SUS SIRVIENTES SUMISOS DOBLAN LA CERNIZ Y RECIBEN LAS REMUNERACIONES FINANCIERAS CORRESPONDIENTES … Y EN MUCHOS CASOS ¡ NO LES COBRAN POR LOS SERVICIOS !
    pjmelián

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