De esa otra Dulce María Loynaz

De esa otra Dulce María Loynaz

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Resulta una verdad incontrovertible que las cartas llegan a convertirse en una fuente imprescindible para descubrir la personalidad de quienes las firman. La lectura de cualquier misiva devela sentimientos, actitudes, esperanzas, que permiten apreciar, en una nueva dimensión, a su remitente.

La certeza de tal afirmación queda demostrada con la lectura de Cartas a Julio Orlando (Editorial Gente Nueva y Ediciones Loynaz, 64 pp) que, con compilación, introducción y cronología de Aldo Martínez Malo, publica una serie de misivas firmadas por la poeta y narradora Dulce María Loynaz.

En este cuaderno –aparecido por vez primera en 1994— se incluyen trece cartas, fechadas entre el 14 de diciembre de 1977 y el 4 de mayo de 1987, remitidas por la escritora a Julio Orlando Puente Fernández, un niño de apenas seis años, con quien estableció una hermosa e insólita relación epistolar.

“Este breve epistolario que se conserva –asegura el investigador Martínez Malo— revela otra faceta de Dulce María Loynaz, más accesible, más conmovedora en su sencillez. No podía ser de otro modo. Aquí se une el lirismo soterrado al quehacer diario del que no se puede escapar ni esa «extraña mujer» llamada Dulce María Loynaz”.

Amor y ternura afloran en estas cartas, como queda aquí demostrado:

La Habana, 16 de octubre de 1982

Querido Julio Orlando:

Recibí tu cartica y te agradezco que me hayas recordado. En contestación a ella te diré que este año los gorriones no han salido de viaje y siguen habitando su vieja casa, que vieja y todo encuentran más confortable que el mundo que nos rodea. Parece que me imitan.

Veo que te gusta la escuela y en ella has escogido un instrumento que me gusta mucho, el saxofón. Es de todos, el que más se parece a la voz humana y cuando yo era niña, (hace ya mucho tiempo de eso) me parecía que había una pequeña personita metida dentro de él.

Espero que llegues a ser un artista en esa profesión y también que yo viva un poquito más para escucharte algún día.

Recuerdos a tu mamá y a tus tíos y tías y recibe aquí el cariño que desde hace tiempo inspiras a

Dulce María

Considerada una de las más sobresalientes voces de las letras de habla hispana del siglo XX, Dulce María Loynaz (La Habana, 1902-1997), galardonada con los más altos reconocimientos –como el Premio Nacional de Literatura y el Premio Cervantes—, es autora, entre otras obras, del cuaderno de versos Poemas sin nombre, de la novela Jardín, del libro de viajes Un verano en Tenerife y de las memorias Fe de vida.

 

En esa amplia y sólida bibliografía, tanto en verso como en prosa, aparece, como un sugestivo y sugerente divertimento, Cartas a Julio Orlando. Un libro que, a través de sus conmovedoras y enriquecedoras páginas, permite descubrir a esa otra Dulce María Loynaz, más íntima, más cercana, más humana.

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