“La espera desespera, pero el que no espera no alcanza”, dice parte del refrán que ha hecho suyo Yosvani Vazconselo, cuentapropista que aspira convertir el proyecto Carpinteros de Güinía en cooperativa no agropecuaria como parte de las transformaciones propias del proceso de actualización del modelo de gestión económica que se desarrolla en el país.
Desde hace cerca de dos años comenzó los trámites para ese fin. Planteó dicho interés ante los consejos de administración municipal y provincial, el ministerio de Industrias, reuniones sindicales en su condición de secretario general de la sección de base de cuentapropistas hasta en el Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC). Está incluido en el Grupo V de esta política.
La simiente
Del abuelo y el padre heredó Yosvani el arte de convertir los bolos de madera en objetos útiles y bellos. Confiesa que nunca jugó con bolas ni trompos porque su mayor entretenimiento era moldear los residuos de los tablones del pequeño taller familiar en carritos de maderas, pistolas…
Tampoco esconde el brillo de sus ojos para declarar que siente pasión por sus hijos, por Eddy, la compañera que lo ha apoyado durante estos años y que lleva su contabilidad, y además por la nobleza de la madera y las posibilidades creativas del mueble.
Desde 1995 es cuentapropista, cumplidor de todas las regulaciones y tributos establecidos. Con sus ingresos ha mejorado los medios de producción, ampliado la fuerza de trabajo que asciende a ocho operarios entre ellos la esposa, el padre, otros miembros de la familia y personal de la pequeña comunidad de Güinía de Miranda, intrincada en la geografía del macizo montañoso Guamuhaya, carente de opciones laborales.
Soñar en grande
Para hacer la solicitud de la creación de la cooperativa Yosvani realizó un estudio de factibilidad, que incluyó materia prima, fuerza laboral necesaria y el mercado. Incluso pensó en la colaboración con la escuela de oficios de Manicaragua, idea que ejecuta actualmente pues recibe en su taller a estudiantes para que realicen las prácticas como carpinteros.
También la posibilidad de fomentar la silvicultura de la zona, ofertar módulos de muebles del hogar a pecios diferenciados a personas subsidiadas, confeccionar las cajas de tabaco para la fábrica de exportación del este rubro que existe en Manicaragua y que actualmente se importan, agruparse con otros carpinteros mediante contratos en momentos de picos de producción entre otras ideas beneficiosas que aportarían al desarrollo local de la zona.
“La ventaja mayor de ser cooperativa es tener personalidad jurídica, actualmente los trámites son muy engorrosos porque las producciones se comercializan por intermedio de una UBPC”, afirmó.
De esa UBPC obtiene la materia prima, la cual de uno usarla se desaprovecharía por la degeneración natural de los árboles que le dan sombra al café y que no clasifican en el balance nacional.
“Por el precio que tiene esa madera es mejor dejarlos perder que venderlos. Nosotros la beneficiamos, le damos valor agregado y entregamos los muebles a la UBPC que los comercializa y obtiene dividendos por ello”, aclaró.
Yosvani aseguró que como cooperativista puede llegar a comercializar en todo el país sin depender de terceros, tener contratos con el resto de las UBPC de la zona. A plena capacidad pudiera aportar entre 600 mil a un millón de pesos cubanos anuales por concepto de impuestos por utilidades. Sus productos, de mejor calidad y durabilidad, estarían a un 50 % por debajo del precio de los que se venden en el mercado en divisa, tuviera oportunidades con la nueva ley de inversión extranjera y la sustitución de importaciones.
“Si he tenido paciencia para esperar estos dos años es por haberme sindicalizado. Integrarme a la organización me ubicó en mi justo lugar, antes los inspectores no me dejaban vivir con multas mal intencionadas y reclamaciones de mi parte. Se me veía como un aventurero, un soñador. En la escuela de la CTC me capacitaron, me han dado argumentos”, reconoció.
“Se que los cambios deben ser “Sin prisa”, pero también Raúl dijo que “Sin pausa”. Es que veo las ventajas de ser cooperativa tan claras que por momentos me desespero. Entonces me acuerdo de la otra parte del refrán y me digo “más vale la espera que perder las esperanzas”.
El reto de convertirse en cooperativa
El cooperativismo es un paso superior al cuentapropismo, apunta hacia estructuras de producción socialistas. La tradición cooperativa en Cuba ha formado parte de las contradicciones de la sociedad, sus conquistas y reveses han estado vinculados con el devenir de los procesos económicos del país.
Según el doctor Santiago Alemán, profesor titular de la escuela provincial del partido Carlos Baliño de Villa Clara, especialista en el tema, las cooperativas agropecuarias demostraron sus posibilidades de funcionar exitosamente, incluso en los momentos más críticos del ciclo económico de los años 90 del pasado siglo, pero siempre y cuando se respetaron sus principios de creación.
Una cooperativa es mucho más que tener representación jurídica, algo que tiene claro Yosvani, es una asociación voluntaria de personas que se unen en una empresa que les pertenece y que controlan democráticamente, con autogestión. Todos sus miembros tienen igualdad de derechos y participación colectiva.
Las actuales cooperativas no agropecuarias deben emerger como ideas propias y participativas. La que proponen los carpinteros de Güinía se gestaría desde la propia necesidad de agruparse para atender sus necesidades, aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes y tiene el reto de cumplir los principios establecidos para el cooperativismo.