Safari fotográfico en la ciudad

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El león blanco es un ejemplar único en el país que fue donado por el zoo de la ciudad de Belgrado, Serbia. Es así por un gen recesivo y solo pervive en cautiverio, pues su pelaje blanco le impide cazar en la sabana africana. Foto: Roberto Carlos Medina.
El león blanco es un ejemplar único en el país que fue donado por el zoo de la ciudad de Belgrado, Serbia. Es así por un gen recesivo y solo pervive en cautiverio, pues su pelaje blanco le impide cazar en la sabana africana. Foto: Roberto Carlos Medina.

Leones, antílopes, cebras, hipopótamos, rinocerontes, avestruces… posan curiosos ante el lente de nuestra cámara. Se yerguen para demostrar su poderío y dejar claro cuál es su territorio. Estamos en el Parque Zoológico Nacional de Cuba que ofrece a sus visitantes una experiencia única, al ponerlos en contacto directo con la fauna nativa y exótica en su ambiente natural, en condiciones de semicautiverio.

Más de mil ejemplares integran la muestra de 122 especies del zoológico. “La mayor colección en Latinoamérica de animales africanos está precisamente aquí”, dijo Armando J. Barrios, especialista de Relaciones Públicas del parque. “Tenemos especies únicas en Cuba como el elefante africano —incrementado por la adquisición de cuatro ejemplares procedentes de Namibia—, el rinoceronte negro, el lobo gris canadiense y el león blanco, un ejemplar único que donó el zoo de la ciudad de Belgrado, Serbia.

“Además, a nivel mundial ocupamos el octavo y el onceno lugares en reproducción en cautiverio de cebra de Grant y rinoceronte blanco”, puntualizó Barrios.

En el centro, además de la exhibición, se controlan especies protegidas o en vías de extinción y se realizan investigaciones para garantizar su reproducción y cría en cautiverio.

30 años se dicen fácil, pero…

Para Barrios el trigésimo aniversario de la fundación del zoológico es un orgullo y un logro de sus trabajadores. “Esta es una obra de la Revolución y hemos luchado por mantenerla. A pesar de todas las dificultades, el zoo está vivo y en desarrollo. La calidad humana y la consagración han sido nuestra principal arma. Sobrepasamos la cifra de 450 empleados y más de la mitad tiene entre 10 y 15 años de permanencia en la instalación”, afirmó.

Los springbok o gacelas saltarinas pueden ser apreciadas en la Pradera Africana. Foto: Roberto Carlos Medina.
Los springbok o gacelas saltarinas pueden ser apreciadas en la Pradera Africana. Foto: Roberto Carlos Medina.

Amor y entrega son las palabras que definen la labor de sus trabajadores desde la inauguración en 1984. Un personal en su mayoría de técnicos, médicos veterinarios y especialistas que, no obstante los peligros que representa el manejo directo de especies salvajes, se desvelan porque en sus áreas los animales estén saludables y tengan la ambientación adecuada, lo más parecida posible a su entorno natural.

La joven Yudeisy Álvarez Prieto, especialista en funciones del área de cría artificial, se ha consagrado al cuidado de los animales que han sido rechazados por sus madres o no pueden estar junto a ellas porque en sus jaulas corren algún peligro.

“Es un trabajo muy sacrificado pero no lo cambio por nada, las guardias son de 24 horas y no podemos dormir. En cierta medida es como el cunero infantil de un hospital materno. Las crías son como niños chiquitos y el cuidado de cada especie tiene sus particularidades. Casi todas toman cada tres horas su biberón con la fórmula específica de leche”, explicó Yudeisy.

Tarea de todos

Orientar a la población sobre la importancia de la conservación de la fauna y el cuidado del medio ambiente es algo que el personal del zoológico toma muy en cuenta. “La educación ambiental es fundamental”, aclaró Idalmis Guillén, especialista principal de esta rama.

“En función de ello —agregó— todas las actividades que preparamos están dirigidas a educar, motivar y recrear al público. A la formación de los niños y jóvenes dedicamos mucho empeño, pues son nuestro relevo y en sus manos está la preservación del planeta con todos sus recursos.

“Para los muchachos de la comunidad —continuó— organizamos 14 círculos de interés sobre zoología, educación ambiental, medicina veterinaria, manualidades, gastronomía, entre otros temas.

“Lo que mejor puede hablar de la efectividad de esa labor es que muchos de los que han sido alumnos de nuestros círculos de interés ahora son trabajadores del centro”, resaltó Guillén.

Que cada uno de los visitantes salga un poco más comprometido y consciente de la necesidad del cuidado de la naturaleza es el objetivo de los guías del parque.

Desde que comienza el safari explican las normas higiénicas y de seguridad: “No brindar alimentos a los animales, cuidar las áreas verdes, no arrojar basura en el suelo y, claro, no sacar las manos por la ventanilla de los ómnibus cuando se recorre el foso de los leones”, enunció Guillén.

A pesar de lo difícil que se torna el acceso a la instalación, por la falta de rutas de transporte directas hasta ella, vale la pena acercarse al Parque Zoológico Nacional. El aire puro, la flora, la fauna y el trato de sus trabajadores bien compensan las dificultades. Una oferta gastronómica variada, actividades culturales, deportivas y recreativas pueden darle a su día un toque especial.

Foto: Roberto Carlos Medina.
Foto: Roberto Carlos Medina.
En la Pradera Africana convive un gran número de especies: cebras, rinocerontes, avestruces, elefantes, jirafas, entre otras. Foto: Roberto Carlos Medina.
En la Pradera Africana convive un gran número de especies: cebras, rinocerontes, avestruces, elefantes, jirafas, entre otras. Foto: Roberto Carlos Medina.
Los hipopótamos no nadan, caminan bajo el agua. Son especies muy territoriales y pueden atacar al ser humano si se acerca demasiado. Foto: Roberto Carlos Medina.
Los hipopótamos no nadan, caminan bajo el agua. Son especies muy territoriales y pueden atacar al ser humano si se acerca demasiado. Foto: Roberto Carlos Medina.
Foto: Roberto Carlos Medina.
Foto: Roberto Carlos Medina.
Foto: Roberto Carlos Medina.
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Foto: Roberto Carlos Medina.
Foto: Roberto Carlos Medina.
Foto: Roberto Carlos Medina.
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