Por: Rubén Darío Macías, lector de la provincia de Cienfuegos
La planificación es un tema presente en todos los aspectos de nuestra vida social, política y económica. Sin una correcta proyección de lo que aspiramos y deseamos, basada en nuestras posibilidades objetivas, con un sentido de racionalidad y eficiencia, no podremos alcanzar un desarrollo sostenible que garantice la satisfacción de las necesidades siempre crecientes de la sociedad. Dentro de este contexto el cálculo de las necesidades de fuerza de trabajo adecuadamente organizada e instruida juega un papel importante y decisivo, pues ella permite, unida a los medios de producción y la tecnología disponible, contribuir a tales propósitos. Para ello debemos aplicar correctamente los métodos y técnicas que nos proporciona la organización y normación del trabajo y los salarios.
En los últimos años se aprecia una tendencia a la inobservancia por mejorarla y perfeccionarla, lo que se puede resumir en los siguientes aspectos:
1.- En muchas entidades se calculan las necesidades de fuerza de trabajo sin un correcto estudio de organización y normación del trabajo. Se utilizan bases normativas obsoletas o malos cálculos para determinar la capacidad productiva de los que participan en el proceso y en otros de forma empírica.
2.- Se aplican sistemas de pago donde en ocasiones se retribuyen a los trabajadores sin respaldo material dado un insuficiente y subjetivo estudio organizativo y normativo, lo que provoca con ello, entre otros, que la correlación entre el incremento de la productividad con respecto al salario medio no demuestre una tendencia a favor del primero, el cual debe ser como mínimo una relación de tres a uno, es decir, por cada 1 % que se incremente el salario medio, la productividad debe crecer como mínimo un 3 %, para que experimente una eficiencia productiva; es la expresión relativa del remanente del rendimiento del capital de trabajo, el aporte para el desarrollo y sufragar los gastos sociales, donde tiene un gran peso la no determinación de las verdaderas reservas de productividad del trabajo.
3.- El país no puede continuar supliendo las deficiencias como el exceso de personal en las plantillas, lo que provoca el desaprovechamiento de la jornada laboral, desorganización en el proceso productivo, ineficiencia económica, etc, generando con ello que el salario real no satisfaga las necesidades más perentorias de los trabajadores y de paso a la desmotivación por el trabajo.
4.- La capacitación y formación de nuevos técnicos en las especialidades de organización y normación del trabajo prácticamente han desaparecido en los territorios, requiriéndose reevaluar tal situación.
5.- A los especialistas en esta actividad, en ocasiones no se les brinda el apoyo y la autoridad que requieren para aplicar lo correcto, pues se teme caer en discordias laborales dados los incumplimientos de la administración, desde la creación de mejores condiciones de trabajo, seguridad y protección, alimentación, ropa y calzado, o el éxodo de fuerza de trabajo, etc, cuestión que es a mi consideración uno de los mayores retos del movimiento sindical cubano.
Hay que trabajar más, producir más y estimular más a partir de incrementar la eficiencia laboral, no hay otra opción.