No repara en el tiempo cuando reflexiona sobre Martí. Lo hace de una manera tan pausada y convincente que es posible comprender los lazos que le unen con ese gran hombre que trascendió su país natal para convertirse en una figura universal.
Héctor Hernández Pardo prefiere que lo distingan como promotor del ideario martiano. “Estudiosos son Cintio, Retamar, Pedro Pablo*…”, aseguró casi al finalizar la conversación, de la cual extraje más de una enseñanza.
Pero, indudablemente, sus responsabilidades como subdirector general de la Oficina del Programa Martiano y vicepresidente de la Sociedad Cultural José Martí han alimentado su gran admiración por el Apóstol.
Más que diálogo, la entrevista fue una amena conferencia, pues acostumbrado a la docencia, Hernández Pardo —sobre todo en este tema, de su absoluta preferencia— siente la necesidad de narrar, de comentar, acerca de la obra y la vida del Maestro. Al inicio, el breve cuestionario sucumbió ante opiniones que, con antelación a la cita, el profesor universitario se había propuesto resaltar.
“Martí cayó en combate el 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos —dijo— pero cualquier cubano común puede dar cuenta que hoy vive más que nunca en la obra de los maestros en las escuelas, en las universidades, en la Educación Superior, incluso en el quehacer de nuestros artistas, en la poesía, en el teatro, en la plástica, donde ha crecido el interés por reflejar esta figura cumbre de la cultura cubana.
“Por eso, cuando se hable de este día es importante subrayar el concepto de que las ideas —a pesar de la desaparición de la figura que las generó— no mueren cuando son justas, son expresiones de los intereses de un pueblo, de sus tradiciones, cuando encarnan la defensa de la nación”.
¿Qué hizo a Hernández Pardo abrazar las ideas del Apóstol de la patria?
Creo que desde muy joven, y en ello hay dos fuentes fundamentales. En primer lugar, por la influencia de maestros que tuve en la enseñanza pública, antes de 1959, y también la suerte de que mi juventud irrumpió con la Revolución. Para la gente de mi generación aquellos barbudos que bajaron de la Sierra —Fidel, Camilo, el Che— eran el rasgo más elevado de la continuidad del sueño martiano. Es decir, ellos hicieron lo que Martí prometió. Había que vivir aquellos primeros años para comprender cómo funcionaba esa relación entre el discurso y la recepción. ¡Era algo tremendo!
A eso debo añadir mi vínculo, por cuestiones de trabajo, con personas que fueron profundamente martianas, como César Escalante** y luego Jorge Enrique Mendoza, director del periódico Granma, un hombre con hondo orgullo de la historia nacional. De manera que cuando me nombran jefe de la página ideológica de ese diario, siempre prioricé lo que tenía que ver con Martí y nuestra historia.
Como profesor universitario —desde 1971, ininterrumpidamente— impartí Historia Política de Cuba, y dentro de ella su figura, porque no se puede entender en Cuba el siglo XX sin la enorme influencia que tuvo el pensamiento martiano en los líderes políticos y movimientos progresistas, desde Julio Antonio Mella hasta Fidel.
Y en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) pude cumplir un gran sueño cuando logramos incluir en el plan de estudios del curso regular diurno la disciplina Pensamiento Martiano. Todo eso hizo que en algún momento de la vida, el doctor Armando Hart, al ser nombrado director de la Oficina del Programa Martiano, me pidiera que lo acompañara en la honrosa responsabilidad. Por ahí se encuentran las raíces de este gran compromiso.
¿Cómo acercar a Martí a las nuevas generaciones?
Es cierto —como afirmas— que en nuestro país hubo un momento en que se descuidó la enseñanza de la Historia de Cuba. Eso ha sido reconocido por las autoridades educativas, aunque Fidel siempre estimuló el estudio del pensamiento martiano. ¡Hay que leer su discurso, pronunciado en La Demajagua, en ocasión del centenario de la efeméride!
En los últimos 15 años esa situación ha cambiado notablemente. Ahora, ¡claro está!, favorecer que tales ideas se siembren en el corazón, en la conciencia de la gente, no se logra mediante una decisión metodológica. Hace falta también la pasión del educador, de la persona que lo transmita.
Nosotros aspiramos a que cada maestro o profesor que tenga en sus manos esta tarea, esté calificado, sea sensible, que comprenda la importancia de eso. No obstante, no basta con lo que pueda hacerse en el campo educativo, aunque reconozco que es fundamental.
Resulta imprescindible, además, el trabajo de los medios de comunicación y la incorporación a este proyecto de todo el que pueda influir por su prestigio social. Te hablo, por ejemplo, de los artistas de la plástica, los músicos, los comunicadores sociales, los diseñadores.
Estamos andando por ese camino, pero todavía queda mucho por hacer. De manera, que para llegar a los jóvenes no hay una receta, pero sí implica principios básicos: calificación, pasión, comprensión de que resulta estratégico para el futuro del país, así como la necesidad de emplear códigos propios, actuales, más cercanos a sus intereses. En la época de Internet, hay cambios sustanciales en los gustos y todo eso hay que considerarlo.
A 119 años de su muerte en Dos Ríos, ¿qué reflexión le merece toda la herencia dejada por el Maestro?
Él sabía que estaba trabajando y luchando por una labor gigantesca. Ahora, no creo imaginara que iba a ser recordado, venerado, y que se dedicarían tantos esfuerzos para dar a conocer su pensamiento en todos los rincones del planeta. Sí te puedo decir que grandes hombres, fundadores de movimientos extraordinarios, algunos de los cuales fundaron religiones como el cristianismo o el budismo, no pensaron nunca que después serían reverenciados de tal manera.
Eran personas con una gran sensibilidad, tan entregadas que pensaban solo en los demás, y no en ellos. Martí, con dinero en el bolsillo, andaba en Nueva York con los zapatos rotos. Son hombres excepcionales, con madera de líderes y de una genialidad singular, que traspasan las fronteras de los años y se convierten en figuras para todos los tiempos.
Los cubanos tenemos que sentirnos orgullosos de que un país tan pequeño haya dado figuras tan gigantescas, de tanto relieve, como José Martí, en el siglo XIX, y Fidel Castro Ruz, en el XX. En la Historia Universal no encuentras eso con tanta facilidad y nuestro pueblo debe estar consciente de que ello incide, de manera considerable, en el orgullo nacional, el sentido de Patria y de cultura.
*Cintio Vitier, Roberto Fernández Retamar, Pedro Pablo Rodríguez.
**Dirigente comunista, dedicó toda su vida a la causa de la liberación nacional y el socialismo. Con el triunfo revolucionario asumió importantes responsabilidades, entre estas la organización de las Milicias Nacionales Revolucionarias.