Desde temprano, Cuba está despierta. Y en La Habana, cerca de la Plaza de la Revolución, aun de noche, podían sentirse las congas, las trompetas, entre las apretadas concentraciones de trabajadores reunidos para marchar este Primero de Mayo.
Juan Mariano Rodríguez, un veterano chofer del Ejército Occidental de las FAR, recorre el desfile con su guitarra, cantando sin parar. Al detenerlo un momento para conversar, sigue poniendo acordes, y solo luego de que termina su improvisación, me dice: “yo soy campesino de la Sierra Maestra, y entonces me gusta cantar canciones y por eso estoy aquí con la guitarra”, y con la misma sigue su rumba por la calle, improvisando más.
Caminando por entre la gente, cuidando de no perdernos el fotógrafo y yo –esfuerzo infructuoso al final– un montón de pancartas y pulóveres señalan los sindicatos, las empresas los centros estudiantiles.
También, entre tanta gente, apareció el secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Construcción, Carlos Antonio de Dios Oquendo, con un mensaje: “tenemos que cumplir con la eficiencia y la calidad que se nos ha pedido, con los aportes que tenemos que hacer a la economía, el cumplimiento del proceso inversionista, para que sea el socialismo próspero y sostenible que queremos construir.”
En 2013, una de las principales deficiencias que impactaron en el crecimiento económico fue el incumplimiento en las inversiones de la construcción. Para ello, de Dios Oquendo nos comentó que para solucionarlas se trabaja “en el fortalecimiento de las asambleas de afiliados, en la exhortación a los trabajadores a que hagan las cosas bien desde la primera vez, para recuperar el movimiento de emulación, los movimientos productivos, la cultura y la disciplina tecnológica y aumentar los rendimientos, y sobre todo la calidad.”
Pero desfilando por la Plaza de la Revolución no solo van los trabajadores cubanos, o los estudiantes. También una familia de Estambul –ya el fotógrafo y yo nos habíamos perdido– caminaban coreando alguna que otra frase en español. Martha, como me dijo que se llamaba –su apellido no lo pude oír, inglés y ruido mediante– es madre de familia, y de vacaciones en Cuba tiene un par de simples razones para desfilar desde temprano: “porque es un día especial, y porque quiero apoyarlo y celebrarlo con los cubanos”. Y luego de eso nos hicimos un selfie con su celular y su esposo y su hija siguieron caminando junto a ella.
Y yo, a escribir esto: algo de lo que vi en la Plaza este Primero de Mayo. Aquí les dejo más imágenes.
Acerca del autor
Licenciado en Periodismo en la Universidad Central de Las Villas… Bloguero por cuenta propia. Cubano por alma. Videoperiodista por pasión. Hijo por encima de todo.
De economía, sociedad, y cuanto de vida pueda contarse, son mis letras, y, de vez en vez, las imágenes que capturo.
Hace algún tiempo descubrí una frase de José Martí que me dejó en una pieza, y en ella está lo que soy, lo que quiero ser, porque «no hay tormento mayor que escribir contra el alma, o sin ella».