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Hay que ver la cara de la gente de montaña adentro cuando llega alguien de la ciudad cargado de libros. Es una fiesta, con todo lo que una fiesta implica. Para los habitantes de zonas menos apartadas, más acostumbrados a los mecanismos comerciales de la literatura, una feria de libros es simplemente eso: una feria de libros. Pero para los montañeses, es mucho más: es una ventana.
Hasta finales de mayo, más de 120 comunidades de zonas montañosas y de difícil acceso del país acogen las actividades del Festival del Libro en la Montaña, organizado por el Instituto Cubano del Libro (ICL) y sus dependencias provinciales.
El personal de las librerías de cabeceras municipales se traslada a pequeñas poblaciones con ofertas de las editoriales territoriales y nacionales: novedades y clásicos de la literatura y las ciencias cubanas.
Entre las propuestas están las ediciones concebidas para la Feria Internacional del Libro 2014, que tuvo lugar entre febrero y marzo en La Habana y todas las capitales provinciales.
Autores y especialistas protagonizan conversatorios y presentaciones de libros, y se hacen también donaciones de títulos a centros comunitarios.
Este año el Festival está dedicado al centenario de dos importantes escritores cubanos: Onelio Jorge Cardoso y Samuel Feijóo, en cuyas obras la vida en el campo tiene una presencia fundamental.
