La infancia es de esas etapas de la vida que se vive con denuedo: se corre, se salta sin medidas… se es feliz, no se piensa mucho y los obstáculos no detienen. Pero también es la época en la cual los huesos que forman las extremidades, durante su crecimiento y fortalecimiento, están más expuestos a sufrir fracturas.
Lizandra, Miguel Ángel, Daisha y Keylis son algunos de esos niños que han asistido a consultas de ortopedia por presentar un dolor fuerte en las rodillas o los calcañales, común en varias tipologías de osteocondrosis (una familia de enfermedades ortopédicas), lo cual les imposibilitó seguir el curso normal de sus actividades infantiles.
Según el pediatra Eugenio Rodríguez, especialista de II grado en ortopedia, “en la población infantil las variantes más frecuentes son a nivel de la parte superior y anterior de la rodilla, conocida como Osgood-Schlatter, y en el calcáneo o Haglund-Server. La osteocondritis aparece durante el crecimiento de la epífisis, extremo de un hueso largo, y durante la apófisis, que es el proceso natural de acumulación y proyección de un órgano”.
Hasta ahora los especialistas acusan de posibles principales causas de dicha patología a los trastornos en la circulación sanguínea, debido a traumas repetidos y microtraumas que provocan necrosis isquémica del cartílago, o sea, su muerte, al no llegarle sangre.
Durante muchos años en la ciudad de Camagüey, como en el resto del país, se trataba convencionalmente dicha enfermedad mediante la inmovilización con yeso, la inyección con hidrocortisona, con analgésicos y antinflamatorios y procederes quirúrgicos, estos últimos los más invasivos.
Cada uno traía consigo secuelas negativas tanto para el infante —quien podía sentir picazón, presentar una úlcera, incomodidad o daño por exceso de esteroides— como para los familiares, que debían dejar a un lado sus funciones laborales y atenderlos.
El milagro de lo tradicional
En aras de revertir esta situación, el licenciado en traumatología y ortopedia Dimas Norberto Lozano Barreto y el pediatra Eugenio Rodríguez se unieron para encontrar una variante menos dolorosa: la medicina natural y tradicional.
Dimas había aprobado un diplomado en esta especialidad alternativa y energética, además, llevaba algunos años desarrollando la técnica de las agujitas en el hospital pediátrico provincial Eduardo Agramonte Piña; el doctor Eugenito, como es conocido por sus pacientes, se encargaría de estudiar los casos que llegaran a su consulta.
Si se encontraba con alguna osteocondritis se lo remitiría a Dimas, a su nuevo puesto en la sala de rehabilitación del policlínico docente José Martí.
Una vez allí los pequeños se acostarían 20 minutos para recibir el tratamiento con la técnica de impresión y tonificación de las agujas durante 10 sesiones, aunque desde la segunda podían “caminar mejor, sin cojear”, aseguró Ileana González Pérez, madre de Andy, un niño de 12 años que llegó a la consulta con una fractura de la cabeza de la tibia.
“Esa idea comenzó en 1996 cuando trabajaba en el hospital pediátrico —aseguró Dimas—. Entonces nos dimos a la tarea de ver qué tratamiento podíamos aplicar. Y como la medicina tradicional es bioenergética y esta enfermedad es consecuencia de un déficit de circulación sanguínea en la zona del trauma, era lo mejor. Buscamos los órganos que influyen en el sistema óseo para así descubrir los puntos que lo dominan”.
Luego de casi 20 años aplicando esta variante y de tratar a cerca de 600 infantes, ambos especialistas decidieron presentar su “locura” bajo el título de Eficacia de la Acupuntura en el tratamiento de la osteocondritis infantil e inscribirlo como innovación. Más tarde lo llevaron a congresos de ortopedia y traumatología y de medicina natural y tradicional, donde obtuvieron relevantes valoraciones.
A pesar de ello “solo se aplica en Camagüey. En otros lugares saben del estudio, pero si lo utilizan no lo sé, no tengo información. Ahora estamos en el proceso investigativo y teórico para que se generalice hasta en los municipios”, informó Dimas.
Mientras tanto Lizandra Alcántara Pérez, de 13 años, ya no sufre de dolor en el tobillo derecho y puede caminar, jugar o asistir a clases sin un yeso y sin ayuda. A Daisha González Baso la coccigodina traumática más una osteocondritis de la cresta ilíaca derecha ya no le afectan en su vida diaria y puede estar mucho rato sentada o de pie. La cadera de Miguel Ángel García Rizo y el pie de Keylis Mahiques Pedroso se mueven con facilidad.