¿Por qué desfilamos? ¿Por qué emplear este método para reafirmar ideas tan actuales como el día de hoy? Hace 55 años que todos los primeros de mayo los cubanos se levantan temprano, se visten de azul, rojo o blanco, toman una pancarta en sus manos y vitorean a los trabajadores.
Desde 1959 los habitantes de este país obvian el descanso laboral de esa fecha y deciden marchar por y con ideas revolucionarias. Pero algunos, en el camino de la inercia que trae hacer lo mismo sin renovarse, han perdido sus motivaciones y sucumben en la apatía de estar y no formar parte conscientemente.
Han dejado que problemas sustanciales y circunstanciales les corroa el deseo de jugar un papel importante en el avance de su nación, ya sea desde esa mesa en una oficina o desde el surco de cualquier campo de esta nación.
Y así no comprenden cuán necesario es el obrero para mantener los cimientos de la casa, la cuadra, la provincia o el país donde viven. Se levantan y desfilan como zombie, sin sentimientos, y opacan un momento de gloria en el cual son los protagonistas. Pero no son todos ni es una epidemia, solo puntos de alerta que destiñen las interioridades de un instante singular.
Los códigos de comunicación han cambiado y a su vez se han trastocado las formas de comprender, por eso es trascendental explicar más y mejor por qué aún cada Primero de Mayo el pueblo cubano quiere, debe y necesita levantarse para decir: ¡aquí estamos!
En Cuba, gracias a ese cerco de diferencias que nos separa del resto del mundo, el Día Internacional de los Trabajadores difiere, porque mientras “los de afuera” faltan a sus trabajos sin la seguridad de volver a sus puestos, se visten de cualquier color, diseñan pancartas y gritan muy alto que ellos tienen derechos que se deben cumplir, los de aquí están de fiesta.
Pero no se pueden dejar llevar por el festejo porque es el momento de reafirmar posturas, no las de teque, sino esas que permiten que todos los días los más pequeños del archipiélago coman, se vistan y jueguen; esa que revela un futuro.
Este año será la ocasión de desfilar con los acuerdos del XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en la vanguardia, de agasajar el aniversario 55 del triunfo de la Revolución cubana, el 75 de la fundación de la CTC y conmemorar el aniversario 40 de la desaparición física del líder sindical Lázaro Peña.
Será una excusa para blandir opciones que perfeccionen la sociedad y sentirnos así orgullosos de ella, de aplaudir a aquellos que trabajan bien, de criticar a los que no, y de comprometerse más con el pueblo.
A lo mejor muchos de esos enfermos por la inercia que lean estas líneas continuarán preguntándose que para qué desfilar. Y es ahí cuando los no infestados les explicamos que lo hacemos porque queremos, porque nuestro grano de arena importa, porque todos los días vamos al trabajo con la intención de ser eficientes, de ser necesarios en el fomento del desarrollo económico que necesita Cuba, porque es tiempo de hacer temblar la tierra y solo se logra si todos se unen.