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“El sector de los creadores artísticos cubanos llevamos décadas demostrando nuestro papel y valor en la sociedad socialista. Entre el 11 y 12 de abril se respiró en la sala congresal un definido sentimiento de que no nos sentimos integrantes de una alta cultura de élite, sino de vanguardia, y supimos deponer el coto privado que la creación artística implica a veces, en favor del interés colectivo de la cultura de nuestra nación”; afirmó el escritor, poeta y ensayista y crítico Virgilio López Lemus, al concluir el VIII Congreso de la Uneac, en el que participó como delegado.
“Mucho se ha alertado —dijo— de lo que es o puede ser dañino para el desarrollo de la cultura nacional, que atenta contra los valores evolutivos de nuestra identidad. Se ofreció un fuerte testimonio de rechazo al mal gusto y un sí rotundo a la calidad de las obras. Lo cubano primero, sin hacernos tontos volviendo la espalda a lo que ocurre en el Planeta.
“Los debates —agregó— de ideas estéticas, políticas, económicas, educativas y otras, no implican de ningún modo una falsa unanimidad, sino unidad dentro de las posibles y necesarias diferencias. Este Congreso tuvo intervenciones de lujo como las de Eusebio Leal o Graziela Pogolotti, por solo mencionar dos, y eligió una Presidencia que no temo calificar de brillante.
“Mucho hay que decir y hacer para bien, pero creo que una de las razones más fuertes de este Congreso ha sido la de advertir que por encima de los también necesarios egos creativos se encuentra la Patria, y para el honor de ella creamos nuestras obras. Como la Patria, la cultura es ara, no pedestal”; enfatizó López Lemus.
