Por Elisdany López Ceballos, Betty Beatón Ruiz, Juanita Perdomo Larezada y Ana Margarita González
La diversidad de fórmulas para la comercialización de los productos agrícolas, puesta en práctica durante los últimos tiempos en el país, ha acabado con los abarrotes en los centros de acopio o las pérdidas en el campo, males que obstaculizaban la llegada de estos a la mesa y convertían en nada el esfuerzo de los hombres y los recursos empleados en la producción.
Las ventas directas a las instalaciones del turismo, por las formas de pago y la seriedad en su cumplimiento, tienen un impacto para los productores y esos centros que logran garantías en el abasto de alimentos frescos y a menos precio que los importados.
Las ferias de fines de semana —con surtidos de calidad y costos más bajos que los del resto del mercado—, se han estabilizado en varias provincias, con buena acogida entre los consumidores.
Las nuevas políticas diseñadas sobre la base de los Lineamientos 181 y 183, aconsejan adecuar la producción a la demanda, transformar la comercialización y buscar mecanismos de gestión más ágiles que contribuyan a reducir las pérdidas, al simplificar los vínculos entre la cosecha y el consumo.
En fase de evaluación, para corregir defectos y extenderla a todo el país, se encuentra lo que todos quisieran fuera una fórmula definitiva para la comercialización —La Habana, Artemisa y Mayabeque—, que tiene en cuenta desde la contratación, ventas minoristas de productos y de envases, trabajo por cuenta propia, arrendamiento de mercados y de los camiones, y el abastecimiento al consumo social.
Son innegables los avances que se experimentan, sin embargo, está silenciado en las legislaciones el hecho de que contra los consumidores atenta la inflación de los precios de los productos que se adquieren en cualquiera de los mercados a cifras muy superiores a las de los costos de sus cosechas y la transportación.
Para comercializar hay que producir
Cuando preguntamos cuál es el problema fundamental de la comercialización, casi todos los aludidos respondieron: la insuficiencia de la producción. Y aunque ciertamente una depende de la otra, se necesita una cadena de altos quilates para atar todos los mecanismos que llevarían a feliz término el destino de los productos que se obtienen del campo.
Una investigación realizada por Trabajadores reveló varias aristas sobre el tema. Antonio Sánchez Vargas, director de la Empresa de Acopio de Matanzas, definió que el incumplimiento de las formas productivas dificulta el encargo social de su entidad.
Según manifestó Gabino Méndez, subdelegado de Economía de la delegación de la Agricultura de esa provincia, durante el balance del Ministerio de la Agricultura (MINAG) del 2013, la citada entidad debe cerca de 25 millones de pesos a los productores, solo por concepto de compra de frijoles. Eso ha motivado que no pocos desvíen cosechas de este grano hacia otros destinos, e incumplan con el encargo social y, por ende, con los contratos, dijo.
Lázaro Bello Rodríguez, jefe del departamento de Cultivos Varios de la propia delegación, enumeró varias de las acciones para resolver ese déficit: “Trabajamos para llegar a las cantidades de plátano producidas antaño, pero los resultados demorarán unos dos años; al cierre del 2013 solo llegamos al 69 % del plan.
“Este es un cultivo necesitado de recursos que no tenemos; peor sucede con el ajo y la cebolla, que casi no podemos conseguir para ofertar en los mercados estatales”. En su criterio, se precisa mejor planificación y organización de las producciones.
Las limitaciones con el combustible fueron señaladas por Roberto Santana, presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Ramón Martel, de Limonar. “No nos llega a tiempo el que tenemos asignado y en la agricultura hay que aprovechar el momento oportuno y dar el golpe cuando lo lleva”.
Consideró que “aparejado a los mecanismos de la contratación y del plan deben ir los insumos, pero a veces no vienen completos, como también entran tarde los químicos para la limpieza de los potreros”.
Uno de los productores que en esta parte de la geografía cumple sus compromisos es José Alberto Malpica, de la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) José Hidalgo Abreu, de Los Arabos. Lo encontramos en El Trigal de La Habana. “Concurro a este mercado después de cumplir mi plan de producción, que son 800 quintales de piña.
“La traigo aquí porque gano un poquito más y ha habido dificultades con el pago allá; desde diciembre pasado Acopio no liquida sus deudas, a mi CCS le debe más de 200 mil pesos”.
Otro enfoque del asunto llegó desde Santiago de Cuba. Waldemar Jaime García, director de Acopio en la provincia, señaló: “Una de las dificultades que tenemos en la comercialización es que no alcanzamos la variedad de las ofertas a las que aspiramos; la mayor estabilidad se da en las viandas, no así en hortalizas y frutas, donde hemos presentado dificultades aun cuando se trabaja con un balance nacional que tiene la Unión de Acopio para mandarnos surtidos desde Ciego de Ávila, Mayabeque, Artemisa y otras provincias”.
Las producciones agrícolas en Sancti Spíritus están limitadas por la baja disponibilidad del regadío. Así lo admitió Víctor Santos, director de Acopio en ese territorio, quien aclaró que “al practicar la agricultura de secano dependemos de las bondades del clima”.
“En La Habana no se pierden producciones, y aunque parezca poco lo que pueda lograrse por lo reducido de su superficie agrícola, garantizamos el suministro a los mil 599 centros del consumo social y a los mercados, con una vinculación directa entre las unidades productoras y estos”, afirmó Julio A. Martínez Roque, director de la Agricultura en la capital.
Contratar, planificar, ordenar
El contrato, definido en el Lineamiento 10, de la Política Económica y Social, es un instrumento esencial para la gestión económica, sin embargo, las ineficiencias que persisten en su elaboración, ejecución y control son la base de muchos de los incumplimientos que arrastra el Ministerio de la Agricultura.
Sucede a pesar de que “para este 2014 se editaron las políticas y procedimientos de la contratación y se dieron los seminarios en todos los municipios. Pensamos que existe la capacitación entre productores y empresarios para que este paso se haga con la calidad requerida”, afirmó José Puentes Nápoles, director de comercialización del MINAG.
El directivo informó que el total de las producciones que sustituyen importaciones se debe conveniar con la base productiva, sin embargo, la Circular 01, del 2013, del titular de ese organismo, reconoce que “aun existiendo producción se contratan bajos niveles de renglones que reciben aseguramiento porque sustituyen importaciones, permitiendo que buena parte de ellos vaya a destinos no definidos, lo que obliga a erogar divisas para comprar en el exterior más de lo planificado”.
También están influyendo, refirió Puentes, los incumplimientos de la entrega de los recursos a la base productiva, y aunque se hacen grandes esfuerzos para garantizarlos, no llegan a tiempo”, y citó el ejemplo de los insecticidas para el cultivo de frijol.
Víctor Santos, director de Acopio, en Sancti Spíritus, opinó que la mala contratación, la falta de perspectiva y los problemas del transporte entorpecen la cadena. “Nuestra empresa debe ejercer un mayor control sobre las producciones pactadas con las bases productivas. Retomamos una práctica inviolable: el ratificado y prestimado de la cosecha; ese método nos permite conocer y prever las cantidades de productos que obtendremos, y recontratar en caso de que haya superproducciones”.
La realidad en Matanzas ha sido desastrosa. Reynold Hernández, comercial de la dirección de Acopio, explicó que al cierre del 2013, casi la mitad de las 217 unidades productivas de la provincia incumplió sus contratos. El plan de producción anual cerró al 91 %, y llegaron a esa cifra comprando productos que no estaban negociados.
“Nos sigue golpeando el hecho de que el productor no ve a Acopio como a la entidad que tiene que entregarle lo mejor, porque no pagamos bien como los particulares”, dijo Sánchez Vargas, director de la empresa yumurina, “y no somos malos en distribuir, en cargar un producto y ponerlo ahí. Tenemos los medios de transporte con adecuada disponibilidad técnica para eso”.
Un ejemplo de las buenas prácticas está en la CPA Ramón Martel, de Limonar, donde los 52 cooperativistas tienen todas las producciones contratadas, según informó su presidente Roberto Santana.
Con los resultados de la contratación tampoco están conformes en Santiago de Cuba, pues de un total de 30 mil 981 toneladas de productos acordados para las ventas el pasado año solo alcanzaron 24 mil 19, el 77,5 por ciento.
“La mayoría de las 387 estructuras con las que tenemos contratos incumplieron, en lo fundamental las empresas estatales que aportan los mayores volúmenes: Laguna Blanca, Agropecuaria Caney y Los Reynaldo, aunque también incidieron UBPC, cooperativas agropecuarias, y de crédito y servicios. De los nueve municipios solo concretaron los planes Tercer Frente, Contramaestre, Palma Soriano y San Luis”, comentó Waldemar Jaime García, director de Acopio.
Ante esta situación y tal como está establecido, se realizan reclamaciones comerciales, demandas ante los tribunales o el órgano de arbitraje de la delegación provincial de la Agricultura. Elizabeth Maturell Isaac, asesora jurídica de la empresa de Acopio santiaguera, explicó que en el 2013, por el incumplimiento de las relaciones contractuales, hicieron 568 reclamaciones comerciales a las estructuras productivas, 34 demandas ante la sala de lo económico del Tribunal Provincial y siete ante el órgano de arbitraje de la delegación provincial de la Agricultura.
“Aun así muchos continuaron incumpliendo”, acotó la jurídica, quien considera que uno de los problemas fundamentales se da con las reclamaciones a las empresas del propio sector, las cuales se tramitan obligatoriamente en el órgano de arbitraje, cuyas decisiones no tienen el carácter de ley que poseen las del Tribunal, por lo que en muchas ocasiones no se concretan en la base”.
Por su parte, en Matanzas, “de las 111 formas productivas que no cumplieron sus contratos, 91 están en proceso de reclamación y 20 han sido presentadas a la sala de lo Económico del Tribunal Provincial, para los correspondientes procesos judiciales. Tenemos que reconocer la falta de calidad de los expedientes, razón por la cual unos cuantos fueron rechazados”, afirmó Reynol Hernández, comercial de la empresa de Acopio.
Del surco a la mesa
La fórmula más expedita para la comercialización de los productos agrícolas se da actualmente en La Habana, donde los agricultores llevan sus frutos directamente a los consumidores, ya sean del consumo social, el turismo o los mercados establecidos, explicó Julio Martínez, director de Agricultura en la capital.
Sin embargo, Víctor Santos Melián, director de Acopio en Sancti Spíritus, cree que en esa región “resulta más complejo debido a la existencia de varias formas de mercadeo, independientes de Acopio, que son resultado del cambio de modelo de gestión cubano. “Considero a la entidad productora como célula fundamental en la cadena mercantil; su accionar comienza en la etapa de siembra, pues esta última se concibe a partir de una demanda para establecer los destinos de las cosechas planificadas y es ahí donde empezaríamos a hablar de logros.
“El agricultor que no contrate sus cosechas no podrá culpar al Estado por carecer de mercado para estas. Con una comercialización objetiva podemos trabajar para satisfacer la demanda”.
“En Santiago de Cuba se han diseñado diversas modalidades para el expendio de los productos agrícolas, entre los cuales destacan las ferias en los barrios, que se hacen en todos los mercados de la provincia y logran ventas significativas en cinco puntos de alta concentración de personas en el municipio cabecera.Igualmente situamos carpas en las noches santiagueras que se realizan los fines de semana”, declaró Waldemar.
“Otra vía es la entrega directa que hacen las formas productivas a los mercados, lo cual permite una distribución más ágil y un vínculo directo entre una y otro, lo que no significa que siempre se cumpla como corresponde”.
Misael Prado, de la finca Prado, en San Diego de los Baños, Artemisa, manifestó que a veces hacen un contrato con la empresa agropecuaria pero esta no lo compra todo y se echan a perder los productos, por lo que elogió el surgimiento del Mercado de Abasto El Trigal, situado en las afueras de la capital, al cual acuden directamente y venden todas sus mercancías.
Precio-calidad
Cuando se trata de la comercialización de alimentos vitales como lo son en Cuba las viandas, hortalizas, granos y frutas, el precio y la calidad emergen para otra parte importante de esta cadena: el consumidor.
“Soy campesina y considero que el mercado está utilizando al productor para obtener ganancias. Deberíamos vender los productos directo a los mercados, así evitaríamos que algunos negociaran con otros entes que desestabilizan la cadena comercializadora”, declaró la espirituana Amada Ceballos. José Puentes Nápoles, director de comercialización del MINAG, estimó que con los precios que se están pagando a los productores, los cuales superan con creces las fichas de su costo, los productos podrían tener importes más asequibles en el mercado; y citó el caso del frijol, que se compra a 950 pesos el quintal y se comercializa entre 15 y 10 pesos la libra.
Belkis Villa Tabares, directora de Acopio en el municipio de Santiago de Cuba, aseveró que “la relación precio- calidad es un reclamo constante de los clientes. Aun cuando los administradores tienen facultades para cambiar precios sobre la base de la calidad, muchas veces no se hace en el momento oportuno y eso en ocasiones trae aparejadas pérdidas.
“Todavía se dan indisciplinas y violaciones, una de las cuales es el peso por debajo de lo establecido, y aunque se aplican medidas disciplinarias, incluida la separación del puesto de trabajo, no podemos decir que estamos libres de problemas con el pesaje”.
En Matanzas falta personal preparado para realizar las compras por calidades. “Si se trae de tercera para beneficiarlo de primera, los porcentajes de venta saldrán muy malos. La calidad depende de una buena selección del producto en el momento de adquirirlos”, afirmó el director de Acopio de esa provincia.
El cooperativista Roberto Santana, de Limonar, comentó que están muy estimulados con los nuevos precios que tienen algunos surtidos, y consideró que eso ayuda a elevar la producción y a mejorar los ingresos de los productores.
Esta mirada a un eslabón esencial de la cadena que lleva los alimentos del surco a la mesa: la comercialización, reveló muchas debilidades que deberán sortearse para que al menos todo lo que se produzca llegue a su destino final. Una nueva experiencia valida los pro y los contra antes de extenderse por el país; urge la solución. Se requiere aumentar la producción, contratar bien, entregar los insumos a tiempo y hacer un mercadeo efectivo. Solo así los precios de los productos podrán descender a los niveles de los salarios de los cubanos.