Fotos: René Massola
La compleja relación entre la cultura y los medios (entendidos como todas los espacios y mediaciones posibles para difundir el arte y la cultura) ha sido uno de los temas más debatidos en el proceso preparatorio del VIII Congreso de la Uneac y también en la sesión vespertina del evento que este jueves inició sus sesiones en el Palacio de las Convenciones de la capital.
La radio, la televisión, sus formas de hacer, así como la formación de los realizadores del mañana, estuvieron en la médula de las más de 40 intervenciones que ocuparon la sesión vespertina de la comisión creada para evaluar tales dinámicas: Cultura y Medios.
Juan Formell, Premio Nacional de Música, fue uno de los primeros oradores de la tarde, y propuso crear una comisión o grupo asesor que evalúe la calidad de lo que se difunde y transmite: “A veces hemos visto cantantes e instrumentistas desafinados en programas que son grabados. En sentido general estamos maleducando a la población. No es válido hacer el guión de una novela donde prevalezca el machismo. Y en la música también hay cosas groseras, mal hechas, banales…”.
Los críticos de cine Luciano Castillo y Frank Padrón opinaron sobre los mecanismos de censura existentes en la programación cinematográfica: “Por un lado tratamos de educar en la diferencia a partir del excelente trabajo desarrollado por Cenesex (Centro Nacional de Educación Sexual) —denunció Castillo— pero luego la televisión censura hasta el más mínimo plano donde aparecen relaciones entre homosexuales”. Y calificó de imperdonable la omisión de filmes como Guantanamera (Tomás Gutiérrez Alea, 1995) y Alicia en el pueblo de Maravillas (Daniel Díaz Torres, 1990) de la televisión nacional.
Padrón enfatizó además que “cercenar el arte es un delito de lesa humanidad y también lo es prohibir obras que constituyen la vanguardia del cine en Latinoamérica por tener escenas de violencia o de consumo de drogas”.
Tomando en cuenta el crecimiento de la creación individual en el cine, y que los cineastas sólo representan el 18 por ciento de la Asociación de Medios Audiovisuales y Radio de la Uneac, Manuel Herrera, director y guionista de cine, propuso la creación de un espacio propio.
Esta nueva estructura (Asociación de Cineastas) permitiría velar por el incremento y solidez de la creación cinematográfica con carácter inclusivo; abogaría por un modelo de producción cinematográfica que parta del guión y llegue a la distribución (nacional e internacional), y apoyaría la creación de una Ley de cine en la que se trabaja desde hace años, aspecto que además fue defendido por la directora Rebeca Chávez.
También sería su tarea velar por la situación del patrimonio cinematográfico nacional e individual. Estrecharía relaciones con la Facultad de Medios de la Universidad de las Artes y con la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños; estimularía el rol de la crítica cinematográfica y acunaría el Festival Caracol como el espacio principal para el debate y la exhibición del cine de factura nacional.
“Todas las filiales de la Uneac tienen salas de proyección, desde ellas podríamos difundir el cine cubano y también estimularíamos la creación de salas de pequeño formato en tiempos donde la gente no va al cine, sino que el cine va a la gente”, concluyó.
La actriz Corina Mestre llamó a retomar en la programación dramatizada televisiva la práctica de versionar clásicos de la cultura universal, mientras que Patricio Wood alertó acerca de los serios y elementales problemas de calidad que se están dando en los guiones: Con un buen libreto no hay mal cómico, decía siempre mi madre (la actriz Yolanda Pujol), — dijo Wood. Junto a los guiones deberíamos recibir un currículum del autor, hoy no sabemos quiénes están escribiendo. Esa lista debería ser pública y experiencias como la de la telenovela Santa María del Porvenir, en las que el guión tuvo que escribirse dos veces, no deben repetirse.
El estudioso Esteban Morales propuso la creación de un movimiento que aborde a fondo la problemática racial y lleve el nombre de José Antonio Aponte. Cuestionó además los criterios de selección de los directivos de la televisión, específicamente en los informativos, que emplean “voces no idóneas para llevar determinados mensajes” como los de política internacional.
Irma Shelton, periodista del Sistema Informativo, apoyó este criterio y abogó por la calidad en los espacios noticiosos. Denunció que “a veces se prefiere una imagen fresca antes que una adecuada voz” camino que conduce también a la reiteración de “rostros” que “saturan los canales”.
Luis Evidio, de Villa Clara; Jorge Gómez, de Cienfuegos y Alden Night, santiaguero radicado en la capital, reclamaron un mayor espacio para los programas facturados en los territorios.
Gómez solicitó que la cultura nutra la programación de las emisoras radiales a pesar de que estos son considerados “órganos de prensa”, no instituciones de la cultura; mientras que Night propuso la fundación de una emisora radial cuya planta matriz estuviera en Santiago de Cuba y desde allí conectar a todos los territorios, diversificando así los códigos estéticos que se difunden en el éter.
Pancho Amat, Premio Nacional de Música, abogó por la articulación de un sistema que lleve a la programación televisiva lo que sucede en los numerosos festivales y eventos musicales que organiza el país y que abarca los más diversos géneros y espacios para la creación musical. Un ejemplo de ello fue la transmisión, en vivo, de cinco de los conciertos del reciente Festival de Música de Cámara.
Luisa Campuzano denunció los problemas de circulación que padecen las revistas culturales especializadas, muchas de ellas ni siquiera llegan a las bibliotecas municipales o provinciales pues esas instituciones carecen de presupuesto para comprarlas. David Mateo habló de la ausencia de espacios para la crítica de artes plásticas en la televisión, mientras que en algunos espacios se legitima a determinados creadores a partir de cuestionables criterios de selección.
El periodista Omar George hurgó en el tema del patrimonio audiovisual local y los problemas de los soportes que permitan garantizar su pervivencia: “El acelerado reemplazo tecnológico ha hipotecado una hemeroteca muy rica de patrimonio que hoy no pueden ser difundido (…) Se precisan acciones de colaboración con las universidades de ciencias informáticas y a pesar de las urgencias económicas deberíamos destinar algo de lo que ya se dispone para preservar lo que mañana será historia”.
Juan Carlos Travieso incursionó en el asunto de los creadores audiovisuales independientes y en la posibilidad de que la creciente y emergente fuerza de la iniciativa privada en Cuba pueda patrocinar ciertos proyectos televisivos. Reflexionó además acerca de cómo se insertan en la vida laboral los recién graduados de Periodismo y de la Facultad de Medios de la Universidad de las Artes.
El dramaturgo y crítico Norge Espinosa comentó el rol de la crítica en el contexto de los nuevas tecnologías de la comunicación y se hizo eco de la propuesta de Mayté Hernández Lorenzo, directora de Comunicación de la Casa de las Américas, acerca de que el periódico Granma, órgano del Partido Comunista y el de mayor circulación en la Cuba, tenga un suplemento cultural que aborde la creación en su más amplio espectro.
La locutora Rosalía Arnaéz propuso establecer una alianza entre la Uneac y la Upec (Unión de Periodistas de Cuba) en torno al desempeño de la locución.
Orestes Saavedra, director de la Orquesta Sinfónica Nacional de Holguín propuso la creación de un canal permanente dedicado al arte donde se le muestre en todo su panorama. Cuestionó la calidad de las grabaciones realizadas en los medios televisivos y la ausencia de algunos temas como el cristianismo en estos espacios.
El intelectual Desiderio Navarro, quien en el Congreso pasado expuso el tema de la desideologización de los filmes emitidos por la televisión, reconoció la existencia de dos discursos respecto a la banalidad, la vulgaridad (para otros el salero de los cubano), la marginalidad (realismo para algunos) y lo difícil que resulta conjugar esos asuntos en un espacio como la televisión. Denunció además la “sexualización” de la infancia en algunos programas televisivos y la manera eufemística de abordar la prostitución que en algunos lugares se les llama “trabajadoras del sexo”.
Al cierre de esta información continuaba el debate en la comisión y también en las que abordaron los temas de Arte, Mercado e Industrias Culturales; Ciudad, Arquitectura y Patrimonio; Estatutos, Reglamentos y Reclamaciones.