Quizás usted recuerde haber recibido en algún momento vía celular atractivos mensajes de texto remitidos desde un “cercano” emisor denominado ZunZuneo. Es muy probable también que la cubanía de este apelativo aparecido en su twit no le haya hecho meditar sobre la identidad de quien le envía el recado “amigo”.
Cada aleteo de zunzún ha entrado como muchas otras propuestas de servicios que habitan en la red de redes para ofertarle como “gancho” temas vinculados a la cultura, el deporte o cualquier asunto de índole comercial o recreativo. De seguro llegó a imaginar que la ocurrencia provenía de uno de nuestros creativos internautas inspirado en la singularidad de vuelo del autóctono colibrí; pero se equivocó de plano.
Los ejecutores de ZunZuneo comenzaron a transmitir sus mensajes desde América Central, donde personas altamente calificadas en el quehacer informático fueron contratadas por Creative Associates International, una empresa estadounidense con fines de lucro que ha recibido cientos de millones de dólares en contratos con el Gobierno federal para desarrollar sus “trabajos”.
Los investigadores de la agencia Associated Press (AP), que reveló las acciones del secreto “Twitter cubano” no han podido precisar si el plan que abrió las puertas a ZunZuneo comenzó ciertamente con la Creative Associates o con el accionar directo de la Agencia Internacional de Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid). De todos modos, los fondos para la ejecución del plan, urdido de manera siniestra, al estilo de las estrategias de la Guerra no Convencional, provenían directamente de la Usaid, o lo que es lo mismo, del Gobierno de Estados Unidos, del que esta forma parte.
Inicialmente el proyecto tuvo su articulación a través del acceso, presumiblemente ilegal, a una base de datos de la empresa Cubacel, donde obtuvieron la información sobre los usuarios y sus números telefónicos.
A principios del 2010 comenzaron las acciones difusoras de ZunZuneo y apenas transcurrido medio año ya había sumado unos 25 mil seguidores. Tal aceptación hizo que los propulsores del programa introdujeran su enmascarado accionar en Twitter, para lograr mayor amplitud, inmediatez y efectividad.
ZunZuneo desapareció a mediados del 2012, pero las intenciones de penetrar por esta vía a la población cubana e ir propiciando en ella el camino para lograr el fortalecimiento de ideas que distancien políticamente a determinados sectores, especialmente a los jóvenes, de las posiciones y medidas del Gobierno, siguen en pie.
No en balde el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, ha dicho ante la verdad destapada por las revelaciones de AP sobre el “Twitter cubano” que su Gobierno intenta ser “discreto” cuando trabaja en “entornos permisivos” como es el caso de Cuba, para proteger a los “practicantes y al público”, y que se trataba de un “programa de democracia”.
Tal como lo expresa este domingo Rosa Miriam Elizalde en su artículo ZunZuneo, el extraño nombre de un fracaso, «lo que nos enseña esta nueva aventura encubierta de la Usaid es que, además de espiar a medio mundo y convertir a cada internauta en un blanco fácil de la Agencia de Seguridad Nacional, como pedagógicamente nos recuerdan los documentos de Edward Snowden, el Gobierno de EE.UU. tiene la capacidad de construir potentes herramientas virtuales en un limbo tecnológico y financiero, embasurar la red de telefonía móvil de un país con mensajes no solicitados, y parcelar a los usuarios de una comunidad digital, como si fueran ganado, en unas bases de datos que permiten diferenciar a cada cual por sus intereses políticos, sin el consentimiento de estas personas. Y, por supuesto, sin advertir que es la administración norteamericana la que está detrás del proyecto y que el objetivo final de la “operación” es “renegociar el equilibrio de poder entre el Estado y la sociedad” donde viven estas personas, según el documento de la Usaid citado por AP (…)»
El ZunZuneo no es un meteorito que salió de la nada, ni una manzana envenenada solo para esta tierra del Caribe que derrotó a los yanquis en Girón.