Parece la barra de un barman común, de hecho, así es. Solo que entre el movimiento de la coctelera, las mezclas de sabores y los pedidos en uno u otro idioma afloran intenciones solidarias. Ramón Conrado, trabajador del bar anexo al restaurante de Manaca Iznaga, en Trinidad, promueve la libertad de los Cinco entre los miles de turistas que llegan a la locación cada año. Sin armas, ni trincheras. “Solo su palabra basta para sensibilizar a las personas”; debe ser que activa los principios elementales de humanidad o ciertamente en su lugar de trabajo se siente como el mismísimo “vocero y embajador de Cuba en Manaca”.