por Ariadna Andrea Pérez Valdés y las estudiantes de Periodismo, Alianet Beltrán Álvarez y Rocío Ramos Suárez
Fotos: Heriberto González Brito
“¿Será importante la labor de un mecánico para la sociedad? Si de repente amaneciéramos sin una persona calificada para este oficio en los distintos paraderos de ómnibus, ¿qué pasaría con la ciudad?” Así comienza uno de los círculos de interés destinado a los alumnos de la Escuela Secundaria Básica Urbana (ESBU) Josué País, de Nuevo Vedado, organizado en el Politécnico José Ramón Rodríguez.
Formar un profesional que se encargue del correcto aprovechamiento de los medios de transporte es la función primordial del claustro de profesores de este centro, ubicado en el municipio de Plaza de la Revolución, en La Habana.
Con una matrícula de alrededor de mil 265 alumnos, entre los cursos regular diurno y para trabajadores, se imparten cuatro especialidades, dos de técnicos medio e igual número de obreros calificados.
La escuela dirige su atención a la formación vocacional y la orientación profesional de los estudiantes en aras de lograr mayor interés, reconocimiento hacia este sector y una pronta incorporación de sus egresados al mundo laboral.
Enseñar es aprender dos veces
La institución desarrolla círculos de interés, en los cuales los alumnos se familiarizan con la escuela, el claustro y los talleres. Para muchos es el modo de hacer realidad un sueño infantil. “Siempre me gustaron los carros y ahora, después de participar en estas actividades, pienso estudiar aquí”, expresó Adrián Blanco Vellón, de la ESBU Josué País.
Para Daniel R. González Blanco, estudiante de técnico de nivel medio en mantenimiento y reparación, esta profesión es un legado familiar. “Mi papá y mi tío son mecánicos, me gustaba ver cómo desarmaban autos. En la primaria fui a un círculo de interés y empezó a gustarme de verdad”, comentó.
Como Daniel, muchos afirman que —aunque siempre les ha motivado lo referente a la mecánica—, concurrir a actividades de este tipo durante las enseñanzas primaria y secundaria les dio el impulso definitivo.
Este centro prioriza la constitución de una cantera pedagógica propia. “Al impartir junto a los profesores los talleres reafirmamos los conocimientos y ganamos en habilidades, porque enseñar es aprender dos veces”, apuntó Daniel.
“La orientación profesional es reforzada con ciclos de conferencia impartidos por especialistas que se encuentran directamente en la producción, con el apoyo de organismos como el Ministerio de Transporte. Las actividades se coordinan, por lo general, con los años terminales para enriquecer los planes de estudio”, explicó Juan Carlos Díaz Collazo, subdirector de formación vocacional y orientación profesional del politécnico.
“Todo esto —continuó— se complementa con la visita a los talleres de la escuela y la realización de las prácticas laborales, donde los estudiantes podrán acercarse al mundo laboral. En el caso de los técnicos de nivel medio, cumplen su práctica a tiempo completo durante el segundo semestre del tercer año y el primero del cuarto. Los obreros las hacen en el segundo semestre del último curso”.
¡Dale taller!
La escuela consta de cinco talleres docentes con las condiciones básicas para desarrollar las habilidades que ayudarán a los futuros profesionales en su desempeño.
Los profesores Santiago Barredo y Juan Reinaldo Samoré afirman que allí están más de 30 años de sus vidas. Con amor y dedicación imparten sus asignaturas. “Transmitir todas nuestras experiencias en el oficio contribuye a que los muchachos sean buenos profesionales”, dijo Barredo.
“Las clases prácticas complementan lo que aprendemos de modo teórico. Nos enseñan las señalizaciones, cómo se utilizan los intermitentes, arrancamos los motores, les cambiamos las baterías si están descargadas y comprobamos algunos fallos”, comentó David Suárez González, estudiante de la especialidad obrero calificado en electricidad.
Cuando la matrícula supera la capacidad de los talleres, al personal docente o a la base material de estudio, la escuela se auxilia de aulas anexas, situadas en diversos órganos pertenecientes al Ministerio de Transporte, donde se puede observar una tecnología superior a la que tiene el politécnico.
“Este mecanismo, a pesar de que suple las necesidades de la institución, está sujeto a mejorar, pues lo ideal es que el estudiante permanezca en el ambiente educativo y nuestra misión es mantener un sistema de trabajo estrecho con los especialistas de la producción”, puntualizó Díaz Collazo.
“La enseñanza técnica profesional es cara, básicamente porque requiere muchos insumos y tecnologías para el desarrollo de las habilidades profesionales de los estudiantes, y por supuesto, en las condiciones económicas en que nos encontramos, sometidos además a un cerco económico, se dificulta en gran medida la obtención y actualización de los recursos que necesitamos”, agregó.
El instituto trabaja en función de lograr que un mayor número de estudiantes se interesen por las distintas especialidades. Los círculos de interés y el trabajo de algunos de los aspirantes a técnicos de nivel medio del centro complementan esta tarea.
“Aprendimos aquí que en la mecánica se aplican muchas de las clases que damos en la secundaria. La reparación tiene mucho que ver con la física, la electricidad, los enlaces para crear las luces”, comentó Alejandro Hernández Rodríguez, estudiante de noveno grado de la ESBU Josué País.
Los alumnos del Politécnico José Ramón Rodríguez ya saben, incluso desde primer año, en qué quisieran desarrollarse luego de culminar los estudios. La mayoría de ellos, gracias al trabajo de la institución, están conscientes de que de los técnicos y obreros del transporte dependerá, en gran medida, que nuestras ciudades no pierdan su ritmo.
Buenos días. ¿Dónde se pueden realizar estos estudios en La Habana?
Es muy importante e interesante que se impartan estos conocimientos, ya que es esencial la movilidad. Lo digo con conocimiento de causa, tengo 21 años en esta labor y no paro de aprender, ánimo muchachos se les necesita,
saludos cordiales y bendiciones. Desde Zapopan Jalisco México.