Hace aproximadamente un año, el fragor propio de las construcciones sustituyó la estridencia que produce el deporte en la sala polivalente Ramón Fonst. Desde entonces, una de las instalaciones emblemáticas de la capital cubana se ha sumido en una batalla, en una carrera inaplazable por subsistir.
Edificada en 1991 para los Juegos Panamericanos en La Habana, la Fonst solo había recibido pequeños retoques antes de la I Olimpiada del Deporte Cubano, pero no con el nivel de seriedad que precisaba ya la Casona de Plaza, aseguró Mario Francisco Guiardenón Martínez, su director desde el 2012.
Así, aplazados una y otra vez, los problemas de filtraciones y limitantes estructurales aquejaron por más de una década a la sala techada. Historias sobrarían: competencias interrumpidas, lluvia interna luego de que afuera escampase, tabloncillo colapsado y remendado en numerosas ocasiones…
Ante la situación, ya insostenible, en mayo del 2013 comienza la actual reconstrucción, una empresa dirigida a ampliar sus posibilidades y devolverle el esplendor que, por años, sedujo a sus asiduos visitantes.
La primera etapa del proyecto, explicó Guiardenón, consiste en hacer un vial de acceso que facilite, hacia el interior de la sala, la transportación de los implementos usados por los diferentes deportes y sirva como entrada a los discapacitados físicos y motores que acuden al sitio. Una vez concluido, se aprovechará para extraer los restos del anterior tablon cillo voladizo del complejo e instalar uno nuevo, el cual responderá a parámetros más modernos en el deporte.
“Junto a esta remodelación se concibió un plan colateral que incluye la sustitución del área dañada de la cubierta para evitar las filtraciones; eso debe estar listo antes de iniciar el montaje del piso de madera”, aseguró el director.
También se contempla el mantenimiento a la clásica estructura de vigas metálicas, con pinturas anticorrosivas, así como la posterior restauración de áreas aledañas al edificio 12 central, fase que debe empezarse en el 2015.
En la visita se supo que la madera dura importada desde Brasil para el tabloncillo ya se encuentra en Cuba, y que la Empresa de Producción de Materiales (Empromap), encargada de su ejecución, trabaja en el cortado de los listones.
En cuanto al grupo encargado de acometer el proyecto conocimos que “de manera permanente laboran en la obra cuatro hombres”, según explicó Silvio Hernández, segundo jefe de la brigada perteneciente a la Em resa de Constructoras e Ingenierías No. 3; “aunque en momentos de mayor intensidad, como ahora, son contratados más obreros para agilizar el avance, pero eso sucede solo en días puntuales”, añadió.
Carrera contra el tiempo
Con un presupuesto inicial de 1 millón 200 mil CUP y 300 mil dólares, la mayor parte de los materiales necesarios y el trabajo constante de la brigada se inició la restauración de la sala. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿Cuándo regresarán los deportes a la Fonst?
“Si no hay contratiempos mayores el tabloncillo debe estar montado para noviembre de este mismo año, y, en cuanto eso suceda reabrimos las puertas”, aseguró entusiasmado Guiardenón, quien deja bien claro que lo esencial es contar con el escenario, pues de los retoques y pinturas se irán encargando por el camino.
Un poco más reservado, Hernández prefiere tener todos los materiales antes de vaticinar las fechas de entrega. Si su brigada cuenta con ellos entonces el plan puede cumplirse, y añade que “hasta el momento las demoras han sido provocadas por la falta de algunos de estos o por el clima, sobre todo por las lluvias que hicieron subir el manto freático y dificultaron el desmontaje del viejo tabloncillo”.
Apenas es marzo y en definitiva habrá que esperar, al menos, unos meses. Mas lo cierto es que, aún muy lejos de ser una imagen halagüeña y en medio de un caos total por los trabajos, hoy la sala polivalente Ramón Fonst muestra el esqueleto que podría sostener luego un sueño; el sueño de un futuro ¿inmediato? que apuesta por volver a vivir.