La sala Pablo Palacio había permanecido quieta desde la inauguración de la 23 Feria Internacional del Libro de La Habana 2014 hasta la tarde de ayer 14 de febrero. Quiso la suerte que su primera actividad fuera la improvisada presentación del libro Geografías torturadas, de la ecuatoriana María Fernanda Espinosa. María Fernanda Espinosa, que ha sido tantas cosas para la Revolución Ciudadana de Ecuador, llega esta vez a Cuba con su faz más permanente, la de poeta. “Uno quisiera que la gente buena tuviera talento, y aquí tenemos a María Fernanda como un ejemplo de ello”, adelantó al comienzo de sus palabras de presentación Abel Prieto, asesor del Presidente de la República de Cuba.
Como un libro de viajes, en el tiempo y en el espacio, calificó Prieto al cuaderno de poemas en su deliciosa y criolla exposición. Sus textos están llenos de verdades esenciales como lo es la batalla por la supervivencia, un mensaje de resistencia en tiempos de estandarización y desmemoria. «Hay algo que recorre este libro de María Fernanda y es el polvo», apunta el exministro de Cultura cubano, y no puedo menos que apoyar su idea al pensar en el polvo que se desliza entre esos versos, ya sea como grieta dejada por el terremoto de Haití, o como cuerpo de las beduinas que empuñaron las armas, o como piedra que añora el mar en la ciudad de Petras.
Zuleica Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro, declinó hacer las funciones de entrevistadora para que la propia María Fernanda Espinosa leyera alguno de sus poemas. Antes de su lectura, la escritora ecuatoriana hizo un hermoso alegato en defensa de la poesía al expresar la necesidad de defenderla así como defendemos el aire y las aguas limpias. “No es un adorno ser poeta, es una responsabilidad […] Ser ministra de defensa es temporal, lo que queda es la condición de poeta […] que es quien tiene una mirada poética de la vida” afirmó.
Sobre su doble condición de funcionaria pública y poeta dijo “no hay poesía sin política y la buena política necesita estar cargada de poesía”. En su llamado a dignificar la palabra y a combatir la banalización introdujo un rayo de esperanza: “Poner una poeta de ministra de Defensa algo tiene que decir”.
La presentación del libro terminó con una lectura de María Fernanda Espinosa de sus versos, unos versos en los que la pobreza y el lujo tienen rostros; no los rostros turísticos de la National Geographic, de esa cámara intrusa y fugaz que capta sin entender, sino los rostros poéticos del que sabe mirar y compartir la tortura de las geografías que visita.