Por: Walkiria Elodia Juanes Sánchez, estudiante de Periodismo
La Exposición Martiana que tiene como sede el Palacio de los Torcedores — sito en San Miguel No. 662 esquina a Marqués González, en la barriada de Centro Habana— constituye un homenaje fotográfico al aniversario 161 del natalicio del Héroe Nacional de la República de Cuba, José Martí, al aniversario 75 de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y al XX Congreso de los trabajadores.
Abierta desde el 24 del presente mes, de 8:00 a.m. a 5:00 p.m., de lunes a viernes, y durante todo el mes de febrero, es un recorrido por la vida del Maestro; no solo comprende su acción y pensamiento, sino también incluye monumentos y sitios vinculados a él por los hilos de la historia.
La primera muestra es una copia facsimilar de su carta inconclusa a su amigo Manuel Mercado, fechada el 18 de mayo de 1895, horas antes de su caída en combate, en la oriental zona de Dos Ríos.
La exhibición continúa con imágenes de la casa natal de los Martí Pérez; el Monumento Nacional en Caimito de Hanábana, donde con solo nueve años, al ver a un esclavo muerto por los abusos a que fue sometido, el Apóstol juró “lavar con su sangre el crimen”; las canteras de San Lázaro —actual Fragua Martiana—; la finca El Abra, en Isla de Pinos —actual Isla de la Juventud—, donde permaneció desterrado bajo la tutela del catalán José María Sardá; y los liceos artísticos y literarios de Guanabacoa y Regla, respectivamente, este último inaugurado por él en 1879.
A continuación se puede apreciar una vista del monumento erigido en Playitas de Cajobabo, donde Martí desembarcó, el 11 de abril de 1895, en unión del Mayor General Máximo Gómez, los generales Francisco Borrero y Ángel Guerra, el coronel Marcos del Rosario y el capitán César Salas, para incorporarse a la “guerra necesaria” cuya organización acometió con sumo celo; y del que en Dos Ríos señala el lugar de su caída en combate.
Asimismo contiene un mapa de los sitios donde acampó desde el desembarco hasta su muerte, y otro de la ruta seguida por los militares españoles que se apoderaron de su cadáver.
Vistas del mausoleo donde reposan sus restos en el cementerio Santa Ifigenia, en la ciudad de Santiago de Cuba; del monumento que en su honor fue levantado en el Parque Central de La Habana; del busto —obra de la ya fallecida escultora Jilma Madera— colocado en el Pico Turquino, en la Sierra Maestra, en ocasión del centenario de su natalicio, por un grupo de fervorosos martianos entre los cuales se encontraba Celia Sánchez Manduley; y de la estatua que preside la Plaza de la Revolución, sede también del memorial que lleva su nombre, en la capital cubana.
La muestra cierra con fotos de la granjita de Siboney, en Santiago de Cuba, donde se concentraron los jóvenes que el 26 de julio de 1953 asaltaron el cuartel Moncada; le sigue una imagen de ese enclave militar y del cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, en la provincia de Granma, igualmente atacado ese propio día, en singular homenaje de la juventud revolucionaria que, inspirada en el ideario martiano, se empeñaron en no dejarlo morir en el año de su centenario.