La aprobación del nuevo Código de Trabajo luego de un intenso debate popular y parlamentario y los resultados de la economía durante este año y sus perspectivas para el 2014, son dos buenos ejemplos de cómo nuestra ciudadanía debe siempre aspirar a lo máximo que el país pueda lograr en cada circunstancia, con realismo pero sin conformismos.
Para cualquier observador atento, es evidente la sana tendencia a análisis más críticos y polémicos en la sociedad cubana, de lo cual fueron muestra fehaciente las discusiones durante el trabajo en comisiones y el segundo período ordinario de sesiones de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular que concluyó el sábado último.
El propio movimiento sindical dio clara señal de esta práctica democrática con el amplio proceso de consultas que involucró a más de 2 millones 800 mil trabajadores en el mejoramiento sustancial de la legislación que en lo adelante regirá las relaciones laborales en el país.
Así lo demostraron las más de 600 mil intervenciones y de 170 mil propuestas que derivaron de ese intercambio en unas 69 mil asambleas de secciones sindicales, incluyendo el reconocimiento con total transparencia de que 19 organizaciones de base de trabajadores por cuenta propia decidieron no discutir el documento y de que poco más de un centenar de afiliados en diversos colectivos estatales se abstuvieron y votaron en contra del Anteproyecto.
En el mismo seno del Parlamento las opiniones y sugerencias de los diputados fueron diversas, enriquecedoras e incluso contrapuestas, en el afán hasta el último instante de darle a nuestro pueblo —como bien observó una parlamentaria— la ley más avanzada y revolucionaria posible, bajo el principio supremo, por encima de cualquier tecnicismo jurídico, de poner el derecho en función de la política humanista e inclusiva que debe caracterizar a una Revolución socialista.
No resultan menos significativos los indicadores y las proyecciones que trascendieron durante las sesiones de la Asamblea Nacional, pues el crecimiento estimado del 2,7 % del PIB para este año, así como el discreto incremento económico del 2,2 % previsto en el plan del 2014, nos obligan a reflexionar con seriedad sobre la urgencia de lograr mayores niveles de productividad y eficiencia que impulsen nuestro desarrollo.
Los incumplimientos reiterados de los niveles productivos planificados en no pocos sectores, las insuficiencias todavía presentes en la sustitución de importaciones y en el impulso y diversificación de las exportaciones, las deficiencias en la preparación y ejecución de las inversiones, continúan limitando nuestras posibilidades reales de conseguir mayores ritmos de crecimiento económico que nos permitan un mejoramiento sustancial en la satisfacción de las necesidades de nuestra población.
En este punto consideramos esencial el rigor y exactitud con que el país prosiga, de una manera más participativa y horizontal, la actualización de su modelo económico y la implementación de los Lineamientos del VI Congreso del Partido, sobre cuyo cumplimiento los diputados recibieron también esta vez una exhaustiva información.
Aquí constituye un elemento clave la capacidad que demostremos como trabajadores, y también en el movimiento sindical, para con igual inteligencia, combatividad y espíritu crítico que en la consulta popular sobre el nuevo Código de Trabajo, contribuyamos a evitar cualquier desviación de la política económica y social aprobada e incluso podamos mejorarla y enriquecerla sobre la marcha.
Esta filosofía la resumió el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz, al intervenir en la clausura de este período ordinario de sesiones del Parlamento, cuando alertó que “los problemas deben preverse antes de su aparición y si surgen, hay que actuar de inmediato, sin vacilación, preferentemente cuando son pequeños y aislados, que siempre será preferible a pagar el costo político que entraña la inercia y la pasividad en hacer cumplir la legalidad”.
Ya sabemos, en fin, que ni en una ley ni para una economía o sociedad como la nuestra tal vez nos sea posible alcanzar la perfección, pero tampoco debemos conformarnos nunca con menos, mientras esté en nuestras manos intentarlo.