Estados Unidos y la Unión Europea (UE), del 11 al 15 de noviembre en Bruselas, reanudaron las conversaciones para la creación de una zona de libre comercio, retrasadas por el cierre temporal del gobierno norteamericano, en lo que evidentemente también influyó el espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA), denunciado por el ex analista Eduard Snowden.
El escándalo que ha provocado preocupación entre líderes europeos creció hasta llegar a conocerse sobre las escuchas de las conversaciones personales de la canciller alemana Angela Merkel. Lo que produjo un descenso en el nivel de confianza de la población de Alemania hacia EE.UU., así como en la popularidad del presidente Barack Obama al bajar del 88% que tenía en el 2010 a un 43 por ciento.
Políticos europeos se declararon contrarios a reanudar los diálogos económicos mientras Washington no diera explicaciones de las razones para vigilar de forma masiva a sus aliados y amigos más cercanos, no obstante, prevaleció la utilidad práctica de un TLC (tratado de libre comercio), tal vez considerando el interés para ambos lados del Atlántico de “garantizar la seguridad y la lucha contra el terrorismo”, y porque colocará a Occidente en una posición de ventaja competitiva.
Recientemente el secretario de Estado norteamericano John Kerry, declaró que se trata de una alianza comercial beneficiosa para su país y la Unión Europea, por lo que no se debe confundir con el tema de la NSA. Para Washington, que con problemas serios ve disminuir su poder económico mundial resulta vital la cooperación, donde también subyace un componente geoestratégico.
Según la prensa, el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP, en inglés); calificado por algunos como una OTAN económica, y por otros de contención al avance de China y al grupo BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica); constituirá la mayor zona de libre comercio del planeta con un 50% de actividad económica mundial a partir de su proyectada apertura en el 2015.
Se calcula que la economía de EE.UU. recibiría anualmente 90 mil millones de euros adicionales, y la UE 100 mil millones. Actualmente, Washington y la Unión Europea tienen la mayor relación comercial a nivel global entre ellos, un comercio de bienes y servicios cercano al billón de dólares, con inversiones que superan los 2 billones.
La reciente negociación persigue agilizar el comercio entre ambos bloques, la eliminación de aranceles, legislaciones y restricciones innecesarias. Según estimaciones del bloque comunitario, el futuro acuerdo será un motor para el crecimiento de las economías de los firmantes y ayudará a crear millones de puestos de trabajo, deficitarios en ambos lados.
Según agencias de prensa, en octubre, Estados Unidos abrió unos 200 mil empleos, pero la tasa de desocupación también aumentó. En días atrás se anunció que el banco estadounidense JPMorgan Chase, prevé despedir a 15 mil personas este año. En Europa, el desempleo juvenil llega en Grecia al 57,3 %, en España al 56,6 %, y en Italia al 40,4 por ciento.
También existen preocupaciones individuales como la de Francia, en torno a la apertura del sector agrícola, o con relación a la protección de su industria musical y cinematográfica.
Por su parte, organizaciones y analistas denunciaron riesgos que el tratado podría acarrear a los consumidores, así como el carácter confidencial de las negociaciones. Refirieron que los requerimientos sanitarios para la industria alimentaria estadounidense son menos exigentes que los de la UE, lo que no evitará la entrada de productos a Europa, incluidos alimentos genéticamente modificados. Asimismo, se pueden debilitar estándares europeos en la búsqueda de puntos comunes. Además de la posibilidad de que se permita a las corporaciones colocarse por encima de la soberanía de los Estados y sus leyes.
Mientras tanto, Estados Unidos negocia a puertas cerradas el Tratado sobre la Asociación Transpacífica, un acuerdo con perspectivas de extenderse a la mitad del planeta que ha generado alarma e indignación entre expertos políticos y económicos por sus implicaciones negativas sobre millones de personas.