Dejar, para su tiempo y para el tiempo por venir, el testimonio de las experiencias vividas es una encomiable práctica que, en ocasiones, y gracias a la trascendencia de los hechos contados, enriquece no sólo la biografía personal del autor, sino también el devenir de toda una época.
Son numerosos los libros que confirman el valor de ese empeño y que, a lo largo de los siglos, han integrado un fértil y fecundo catálogo. Obras que al contar anécdotas, evocar pasajes, describir escenarios, se convierten en una fuente documental insustituible para perpetuar la propia historia.
Como lo evidencia un libro que, a varias décadas de su primera publicación, no ha dejado de despertar la curiosidad y el interés de lectores de varias generaciones. Hace muchos años, una joven viajera… (Editorial Oriente, Colección Mariposa, 232 pp) es el título de esa obra, que firma Renée Méndez Capote.
Esta narración, aparecida originalmente en 1983, en casi medio centenar de breves viñetas, cuenta, en primera persona, de los recorridos que, por una decena de países de varios continentes, llevó a cabo la autora a lo largo de más de seis décadas de incansable andar por el mundo del siglo XX.
Renée Méndez Capote, mediante su prosa desenfadada, fluida, matizada por el humor y la ironía que le son afines, propone, como en un juego de rescate del pasado desde el presente, develar hechos, recrear anécdotas, recordar personajes, que, de una u otra manera, dejaron su impronta en la memoria.
Es fácil de comprobar, desde las primeras páginas del libro, ese marcado propósito de desacralizar la historia a contar, despojarla de todo conservadurismo, para presentarla como en una familiar conversación entre amigos. Sirva de ejemplo acerca de lo anotado, “Cuba”, texto inicial del volumen:
1903
Mi primer desplazamiento fue por mar, y sucedió a bordo de un buque de guerra, rumbo a Varadero.
¿Por qué un buque de guerra? Cosas de la recién nacida y ya maleada república, que venía al mundo con padecimientos congénitos. Un personaje se desplazaba con sus familiares, y se ponía a su disposición, y él lo aceptaba, uno de los dos barquitos que formaban la prácticamente inexistente Marina de Guerra.
De ese viaje sólo conservo el recuerdo de un malestar físico aterrador y un descubrimiento maravilloso:
—¡Méndez, Renecita se ha mareado!
Y el mágico consuelo de los brazos amorosos de mi padre.
Conocida y reconocida por Memorias de una cubanita que nació con el siglo (1963), todo un clásico de las letras cubanas del siglo XX, Renée Méndez Capote (La Habana, 1901-1989) es autora de una obra, tanto para adultos como para niños y jóvenes, que, por sus valores ideoestéticos, merece ser reeditada para el conocimiento del lector de hoy.
En su bibliografía aparecen títulos como Por el ojo de la cerradura (1977), Amables figuras del pasado (1981) y El remolino y otros relatos (1982), obras todas que se inscriben en ese noble interés de salvar los recuerdos del ayer, para así entender el presente y alumbrar el futuro.
Casi en su totalidad relacionadas con pasajes de la historia patria, entre sus narraciones para niños y jóvenes se encuentran Relatos heroicos (1965), Dos niños en la Cuba colonial (1966), Episodios de la epopeya (1968), 4 conspiraciones (1972) y Un héroe de once años (1975).
Esta nueva edición de Hace muchos años, una joven viajera… viene acompañada de un estudio introductorio de Olga García Yero, en que se analiza, desde una interesante perspectiva, esta narración. He aquí algunas de las consideraciones de esta investigadora y ensayista:
Hace muchos años, una joven viajera… constituye un relato que, de manera consciente o inconsciente, da cuenta del crecimiento humano de la Méndez Capote. No es fácil afirmar hasta dónde puede constatarse una determinada conciencia de escritura en cuanto al tratamiento de un tema tan esencial como este. Lo cierto es que tampoco puede negarse por completo una autopercepción de la autora, en estas páginas de claro enfoque autobiográfico, sobre su crecimiento específicamente identitario.
(…)
La reedición de este texto de una figura como Renée Méndez Capote resulta de sumo interés para los nuevos lectores. El libro nos acerca a un tipo de escritura poco divulgada y estudiada por la crítica literaria del pasado siglo. Esa es la razón por la cual vale la pena transitar por esos espacios de alteridad donde descubrimos, junto con la autora, que con el viaje: «Se toma conciencia de que se está viviendo, de que se forma parte del mundo que nos rodea. Se tiene el conocimiento de «lo nuevo”, ahora se sabe que viajar es una portentosa realidad».
La propia Renée Méndez Capote comentaba, en cierta ocasión, que escribir memorias es “como lograr un hijo: gloria y tormento. Con el agravante de que al hijo se le tiene en la juventud, y escribir memorias, para que sean sustanciosas, tiene que ser obra de la edad madura”.
Gloria y tormento también afloran en las páginas de Hace muchos años, una joven viajera… Un libro en que Renée Méndez Capote ofrece su desprejuiciada mirada al mundo que le tocó vivir. Una obra que, a través de una deliciosa y placentera lectura, invita a rescatar, para hoy y para mañana, historias que bien merecen ser nuevamente contadas.