Es verdad de Perogrullo que los congresos por sí solos no producen el cambio, solo lo promueven al abrir escenarios, en el caso de Cuba, para el debate y la reflexión sobre las cuestiones medulares que ocupan y preocupan en diferentes sectores de la sociedad.
De poco o de nada sirven las sesiones teóricas si luego no devienen herramientas para la actuación práctica, sistemática y consciente, de los encargados de conducir los procesos.
Sobre este asunto, vinculado con el funcionamiento orgánico, centraron sus intervenciones los afiliados a la sección sindical de la Empresa de Atención a Trabajadores, perteneciente al Grupo Empresarial de la Construcción en la provincia de Las Tunas, en la asamblea de análisis del Anteproyecto del Documento Base del XX Congreso de la CTC.
Rafael Ramos, administrador del área cocina-comedor lo ilustró así: “Hace 52 años que estamos hablando de momento histórico, ¡hasta cuándo!, de lo que se trata es de hacer las cosas más funcionales, de que las secciones sindicales cumplan con su rol y trabajen más para buscar soluciones a los problemas de los trabajadores y de la producción’’, sentenció.
Pero, “¿quién es la sección sindical?”, interrogó Dayamí Miranda, técnica en Transporte, y ella misma respondió: “Somos todos y no solamente los miembros del ejecutivo. El funcionamiento debe ser responsabilidad y exigencia del colectivo”, enfatizó.
No obstante, en los propios procesos orgánicos, previos a los congresos hay deformaciones que empeñan el futuro cuando, como fustigaron algunos de los participantes, es electo secretario general de la organización de base el primero que se vota, sin hacer un análisis profundo de la propuesta, ni tener en cuenta las virtudes de liderazgo que deben caracterizar al guía.
Porque solo una sección sindical fuerte puede acometer exitosamente las tareas de actualización del modelo económico, imposible de consumar sin el protagonismo de los trabajadores, y revertir muchas de las debilidades que hoy acusa el movimiento sindical cubano, otras de las cuestiones encaradas críticamente.
Las palabras del afiliado Nolberto Castillo fueron precisas: “Los trabajadores necesitan más información sobre los resultados de las auditorías, los controles y el cumplimiento de los planes”, dijo. También reclamaron mayor objetividad en su conformación y abogaron porque se tenga más en cuenta la opinión del colectivo laboral en su diseño.
Al respecto, Minarvino González señaló: “Como consecuencia del reordenamiento a la empresa le redujeron 823 comensales y el precio de los insumos ha crecido, sin embargo el plan sigue siendo el mismo.”
Otras intervenciones retomaron frases hechas referidas al funcionamiento y la participación en las cuestiones económicas, las cuales develan conocimientos de causas y consecuencias que deben dejar de ser consignas para estar a la altura del objetivo mayor: edificar un socialismo próspero y sustentable.
Los afiliados sugirieron algunos cambios referidos a la celebración de las asambleas de trabajadores, la flexibilidad de los potenciales y lo conveniente de que puedan constituirse secciones sindicales en centros donde los afiliados no rebasen la cifra de 10 como es exigencia actual.