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Por: Caridad Lafita
Razón tienen quienes para realizar esfuerzos escuchan música. Ahora lo asevera una investigación realizada por la universidad belga de Gante: escuchar música hace que el esfuerzo percibido sea menor y facilita movimientos menos nocivos y más efectivos durante la actividad física intensa.
Según publica el sitio cubano Infomed, los científicos opinan que la música actuaría como guía de los movimientos corporales dirigidos a un fin y los hace más eficaces, aunque hasta ahora la interpretación dada de ese efecto modulador era que oír una melodía ayuda a las personas a distraerse de las sensaciones corporales desagradables que acompañan al agotamiento.
En un estudio en 63 personas de ambos sexos, entre 18 y 59 años, que no tenían experiencia profesional en el deporte, el entrenamiento físico o la música, junto a un cuestionario para medir su percepción de esfuerzo, utilizaron medidas objetivas de la fuerza muscular y el consumo de oxígeno.
Los resultados muestran que cuando el entrenamiento se hace guiado por la música, la actividad física resulta más fácil.
Ello se debe en parte a los efectos calmantes de la melodía, que llevan a reducir la tensión muscular y favorecen una oxigenación más eficiente, además de favorecer los movimientos donde las contracciones isométricas se integran en un ejercicio isotónico. Esto es algo ventajoso, pues evita los movimientos potencialmente peligrosos, dijeron los expertos.
Concluyen los investigadores que la guía musical durante el entrenamiento conduce a un tipo de movimiento poco probable en las condiciones habituales, al combinar los efectos positivos de la contracción isométrica -menos exigente para las articulaciones- y la contracción isotónica, que permite un mayor rango de movimientos y es beneficiosa para el sistema cardiovascular.
Aunque a veces nos atormenten un poco por la música alta, la vida da la razón a quienes utilizan el trasfondo melódico cuando van a ejecutar una labor que requiere esfuerzo.
