Una luz que llega desde las entrañas es la imagen que define el proceso de recuperación y modernización del cable soterrado en La Habana Vieja, porque solo con el esfuerzo de muchos se puede iluminar con tecnología moderna la parte añeja de la ciudad, esfuerzo que viene acompañado de inteligencia, entrega, voluntad y empeño.
Cuando se abre la zanja afloran los componentes de las redes soterradas más antiguas que existen en el país, de aproximadamente 80 años, las que en un principio funcionaron para el alumbrado público y luego se extendieron a la red doméstica.
La escena de la primera destrucción impresiona: tuberías oxidadas, cables carcomidos… Pero ver la cinta amarilla que avala la terminación de las acciones de recuperación y observar la destreza de quienes colocan los adoquines, es casi un milagro.
Fallas continuas en el sistema eléctrico, en el abastecimiento de agua y gas hicieron necesario acometer esta inversión, iniciada en enero y que incluye los servicios telefónicos. Según informó Eleazar Moreno, jefe del grupo de redes de la Unión Eléctrica, culminó la primera etapa de rehabilitación y modernización. “Estas labores han sido complicadas. Se extienden desde la calle Sol a la Avenida del Puerto y de ahí al Prado. Participan trabajadores de varias entidades y provincias del país. Hubo cambios de cables y equipos eléctricos por otros de tecnología de punta”, explicó el especialista.
Según investigaciones, en 1900, durante la intervención norteamericana, instalaron una planta eléctrica en el Castillo de la Fuerza y otra en el hospital Reina Mercedes. Los servicios se ofrecían a través de una red de postes y luminarias. En 1906 se decidió soterrar los cables eléctricos cuya primera parte estuvo terminada en 1925.
Desde esa fecha han sido varias las reparaciones, pero nunca como la actual por la integralidad de estas labores. “El pueblo, el Partido y el Gobierno de la capital, los distintos organismos y la Oficina del Historiador de la Ciudad han colaborado y apoyado las acciones. Fue un reto emprenderlas”, comentó Eleazar. Dijo además que a partir de agosto iniciarán la segunda etapa, con determinadas regulaciones, debido al programa de verano. Todo este trabajo se realiza sin afectar el servicio a la población y está sujeto a todo un proceso de documentación por cada entidad, las que actualizan los planos de sus redes, datos exactos de alturas y profundidades, diámetros de las tuberías o los calibres de los conductores, y dejan constancia de lo ejecutado.
Tallapiedra y cámaras de transformadores
La primera central termoeléctrica que existió en Cuba fue la actual Otto Parellada, instalada en la antigua fábrica de gas de Tallapiedra, de ahí el nombre por el que se conoce el lugar. Esto coincidió con la llegada de la corriente eléctrica a la capital cubana el 22 de febrero de 1889, para luego el primero de enero de 1890 inaugurar oficialmente el servicio.
La central de Tallapiedra es la base de alimentadores de 13,8 kV de toda la red soterrada de La Habana Vieja. Ahora se acomete la construcción de una nueva subestación muy cerca del lugar.
Los hombres y mujeres de la nueva planta andan en un intenso trajín. Unos hacen mediciones topográficas, otros suben andamios, ponen uno de los miles de bloques que deben colocarse, excavan, encofran pedestales, funden parrillas…
Cuando terminó el movimiento de tierra ni Mónica Telles, la joven proyectista, ni Mario Castillo, el ingeniero recién graduado que funge como inversionista, tenían conciencia de la magnitud de la empresa que iniciarían. “Es un privilegio ser creador de una obra”, precisó ella; mientras él aseguró que entraña un gran compromiso: “Debo entregar todo mi saber y preparación”. A su vez Arcelis Baián y Marcel Falcón , operarios eléctricos y técnicos medio, reconocieron que a pie de obra han aprendido a hacer las más disímiles labores, como la que acaban de terminar: colocación de protectores contra descargas atmosféricas.
Entre todos sobresale Maribel Camps, la jefa de brigada, una mujer delgada que con voz dulce exige medir las distancias entre los conectores, observa cada detalle y sabe lo que quiere: “No puede haber error, y hay que hacerlo en tiempo , porque es vital también cumplir el cronograma.
Ya hemos terminado seis de los siete campos que integran la subestación para luego pasar al montaje técnico, que es una parte muy complicada”.
Esta es una subestación reductora de 110 kV a 13.8 kV que recibe la electricidad desde la línea de Melones. De aquí se distribuirá a toda La Habana Vieja y Centro Habana con los parámetros establecidos. Para ello son necesarias más de 100 cámaras de transformadores de las que están reconstruidas o construidas 47 y otras cuatro en proceso de terminación. Estas se ubican en diferentes puntos y cuentan con la más moderna tecnología a partir de celdas de interruptores entrelazadas entre sí con sectores automatizados a cada equipo, los que son puntos distribuidores de energía.
Este trabajo de la Unión Eléctrica no es cambiar lo antiguo ni únicamente la sustitución de redes ni la construcción de una nueva subestación; es mucho más, pues se introduce el sistema soterrado radial, “lo que propiciará suministros y voltajes más estables, así como una mayor seguridad en las operaciones técnicas”, explicó el ingeniero Mario Delgado Díaz, coordinador general del Proyecto de Redes Soterradas y director del Proyecto Eléctrico.
De mineros a eléctricos
La experiencia más impresionante es la de un minero pinareño que hoy anda La Habana Vieja con su atuendo en busca de los misterios del soterrado. No está en la profundidad de la mina de Matahambre tratando de extraer cobre o plomo, sino ante lo agitado del ir y venir de los que transitan por las calles adoquinadas.
Varias brigadas de la minería apoyan estas labores a partir de la preparación con que cuentan para excavar, hacer canales, y con el quehacer diario se han convertido casi en eléctricos.
Ellos rehacen los canales por donde irán cables y tuberías, con la convicción de que en todo lo que mueven, en lo que encuentran y desentierran va la modernización de los sistemas de las redes tecnológicas de La Habana Vieja y contribuirá al desarrollo de la ciudad.