Por César A. Rodriguez y Elisdany López Ceballos
Sancti Spíritu, ubicada a 350 kilómetros al Este de La Habana, es la cuarta de las siete primeras Villas fundadas por Diego Velázquez en 1514.
Sancti Spíritus fue bautizada por la escultora Rita Longa, en la década de 1990, como la ciudad de los murales, pues posee más de un centenar de estas obras en parques, hoteles, instituciones del gobierno, instalaciones deportivas, banco de sangre, bolera, etc. Importantes artistas espirituanos de la plástica han desarrollado la muralística, característica identitaria de la villa, entre ellos: Heriberto Manero, Julio Neira, Félix Madrigal, José Perdomo, Jorge López Pérez y René Ávila.
La biblioteca provincial Rubén Martínez Villena fue la Antigua Sociedad El Progreso hasta el 30 de diciembre de 1963 que fue convertida en la biblioteca pública con el objetivo de ofrecer acceso a todos los espirituanos al conocimiento que perpetúan lo libros.
El otrora restaurante conocido como Quinta Santa Elena guarda en sus interiores el museo de la guayabera, que atesora alrededor de 150 piezas de personalidades de Cuba y el mundo; entre ellas: Alicia Alonso, Gabriel García Márquez, Octavio Cortázar, Polo Montañez, Roberto Fernández Retamar, Miguel Barnet, Hugo Chávez, Fidel y Raúl Castro, entre otras,
La construcción de la Iglesia Parroquial Mayor demoró unos 60 años, se terminó en 1680. La estructura constructiva actual es resultado de la cuarta edificación de la iglesia, es el templo más antiguo de Cuba y se considera una joya de la arquitectura espirituana en la que convergen estilos como el mudéjar, barroco y romano.
La puerta principal es conocida como la “Puerta del perdón” porque al pie de la misma fue enterrada una mujer que en su lecho de muerte decidió redimir sus pecados, pidiendo ser enterrada allí; así todo el que entrara pasaría por encima de su cadáver y tal vez Dios la perdonaría por haber causado tanto mal a la gente. La iglesia fue declarada Monumento Nacional el 10 de octubre de 1977.
El Museo de Arte Colonial o casa de las 100 puertas fue la primera edificación de dos plantas de la villa, responde a la arquitectura del siglo XIX y fue propiedad de una de las familias más adineradas de la región central y de Cuba: los Valle Iznaga.
El piano situado en la sala de música fue uno de los primeros introducidos en Cuba y cuenta la leyenda que fue traído por los esclavos desde Trinidad, a pie y a sus espaldas, para que luego no fuera del agrado de la señorita de la casa, quien decidió no tocarlo jamás. El escudo de la familia rezaba: “El que más vale no vale tanto como Valle vale”.
Dicho museo tiene una decena de salas de exposición permanente, donde exhiben porcelanas provenientes de las más sobresalientes fábricas europeas y en los espacios expositivos prevalecen las características del siglo XIX cubano, aún cuando la casa se construyó a mediados del XVIII.