La llanura camagüeyana seduce. Diferente a las del resto del país, con sus grandes árboles, cercas demarcadoras de potreros, pastizales y abundantes rebaños, conserva esa autóctona vocación por la ganadería que desde siglos atrás le dio esplendor económico.
Los programas revolucionarios emprendidos en este sector en la provincia, la convirtieron en uno de los mejores exponentes de la nación: el mejoramiento genético vacuno y la construcción de una “envidiable” infraestructura de vaquerías y caminos se combinó con la añeja cultura de los hombres.
Ya para la década de los años 80 del siglo pasado, la cuenca de Camagüey, concebida con seis triángulos e igual número de anillos (carreteras) para acopiar la leche; el rectángulo y otras dos empresas productoras de carne, esbozaban los ideales del desarrollo pecuario, que potencialmente podría aportar 300 millones de litros de leche.
Sin embargo, el récord de 140 millones impuesto en 1983, estaba muy lejos de aquellos sueños, a pesar de que entonces trabajaban con razas puras y mestizas, abundantes recursos materiales, como combustibles, maquinaria, alimentos concentrados, agua, utensilios, y la contribución de la ciencia y la técnica: inseminación artificial, medicamentos, ordeños mecánicos y gran número de profesionales. Algunos afirman que el año 1989 fue mejor que aquel, porque se logró mayor eficiencia en todos los indicadores.
Lo cierto es que no han podido rebasar aquella cifra, y es la primera meta a la que aspiran cuando en Camagüey se revive un auge transformador, que no obstante los empeños del Ministerio de la Agricultura, otros organismos involucrados, trabajadores, campesinos y cooperativistas, demanda esfuerzos, financiamientos y recursos, dado el deterioro de la infraestructura y el déficit de fuerza de trabajo en varias entidades.
Menos marabú igual a más vacunos
La recuperación ganadera hasta el año 2022 en esta provincia está diseñada sobre la base de liberar de aroma y marabú al 53 % del área que tiene infestación, destinada a la crianza de vacunos, para aumentar la siembra de pastos y forrajes, y los rebaños.
Estas plantas invasoras “arrinconan” a los animales, crean una sobrecarga por área que a veces llega hasta provocarles la muerte. Muchos kilómetros recorridos durante una semana por Camagüey bastan para constatar el esfuerzo por limpiar las sabanas, pero los resultados distan de lo que se necesita.
Los colectivos de la Empresa Triángulo 5 desbrozaron muchos terrenos, pero se volvieron a infestar porque no tuvieron pesticidas para su mantenimiento. Quedan 35 caballerías que precisan de buldóceres para eliminarlo en la UBPC La Paz, y en la Protesta de Baraguá el nivel de malezas es altísimo; por el contrario, la 3 de Octubre tiene sus espacios limpios.
Emilio Gutiérrez Borges, director de la empresa, explicó que esas plantas indeseables limitan la adecuada explotación de los suelos; y tienen novillas que pudieran incorporar a la reproducción, pero en ocasiones las venden a otras entidades por falta de lugar donde tenerlas, lo cual afecta el debido reemplazo.
Otro tanto sucede en la CPA Jesús Suárez Gayol, donde tres años atrás lograron producir más de un millón de litros de leche (con mil vacas en ordeño), cifra a la cual no llegarán mientras no limpien los potreros. “El año pasado chapeamos 40 caballerías; no hubo Potrerón (herbicida) y están llenas de marabú otra vez. Hemos recuperado instalaciones, pero la de las áreas es muy lenta”, indicó Eduardo Cruz Carmenate, presidente la cooperativa.
En la UBPC La Unión (Triángulo 3) hay otra planta que asusta más: el caguazo. “Lo eliminaremos roturando tierras y sembrando pastos y king grass, una especie que lo controla bastante. Recientemente sacamos a pico todo el que había en un potrero; invertimos más de 5 mil pesos en esas labores y resurgió en el 80 % del área”, argumentó Ángel Luis Ortega, el administrador.
Ángel Morell, administrador de la única UBPC que ha sobrepasado los 2 millones de litros de leche en Cuba, la Patria o Muerte, recuerda que el Estado financiaba hasta el 80 % de los gastos en que incurrían para “tumbar” el marabú, pero esos beneficios ya no se ofertan y esa labor se convierte ahora en carga económica para cada entidad. Todavía allí hay con alta infestación unas 100 hectáreas, de las 2 mil 282 con que cuenta la cooperativa.
Historias semejantes encontramos en otras empresas, cooperativas y granjas; en la provincia ya hay en existencia una considerable cantidad del “bendito Potrerón” —un producto costoso que se adquiere en el mercado exterior—, pero no alcanza para satisfacer todas las necesidades y habrá que repartirlo a quienes mejor provecho puedan sacarle.
Sin alimentos, la ganadería fenece
En marzo del 2012 visité Camagüey junto a un equipo técnico que, con el Ministro de la Agricultura al frente, hizo un diagnóstico de la ganadería. La alimentación de la masa era precaria, evidente el desconocimiento técnico sobre el manejo de algunas especies forrajeras, y escasos los cultivos.
Un año después el contraste es perceptible; el king grass abunda tal como la caña y los pastos naturales, y proliferan los bancos de proteína que cuentan con morera, moringa, teutonia y otras especies. En este 2013 se deben sembrar más de 10 mil hectáreas de pastos y forrajes, algunas de las cuales se beneficiarán con riego al disponer de mayor cantidad de estos equipos para instalar.
Es Ángel Morell quien recuerda la época de bonanzas cuando “con ordeño mecánico sacábamos 12 mil litros diarios de alrededor de mil vacas. Teníamos los bloques forrajeros, maquinaria y combustible suficientes para trasladar la comida a las unidades.
“Hoy sembramos los alimentos en las mismas tierras de las vaquerías, porque no hay cómo trasladarlos de lugares más lejanos; eso obliga a tener vaquerías con menos animales; ahora la UBPC tiene en producción la mitad de las vacas, obtiene el 50 % menos de leche, pero se hace doble ordeño a mano ¡todos los días del año!
“El trabajo es heroico, los hombres laboran en condiciones más difíciles, solamente el ordeño manual lleva tremendo esfuerzo físico, además usted ha visto desde qué hora están en pie”. Esta afirmación la corroboró Pedro Cedeño Serrano —45 años—, un vaquero de la unidad 2-16, de Triángulo 5, quien desde hace 20 años se levanta a las dos de la madrugada.
“Uno nunca se adapta a este régimen; paso el día trabajando: pinto las canoas, arreglo un rastrillo, cierro un portillo o atiendo al veterinario. Tenemos buenos pastos y la finca dividida en 32 cuartones con cerca eléctrica, lo que permite una mejor rotación de los pastos; les dejamos caña y king grass para las noches. Van a instalar un ordeño mecánico y eso me dará un respiro”.
En la última y larga sequía, a los animales de la UBPC La Unión les sobró la comida, mientras Ricardo Rodríguez, el vaquero de la 5-30, de Triángulo 1, asegura que el secreto de la buena ganadería es la alimentación y el manejo de los rebaños.
Hay otro asunto que golpea a los camagüeyanos: la maquinaria obsoleta, escasa y en muy mal estado, que limita la preparación de tierras y las atenciones culturales. Dos ejemplos bastarían para descifrar el panorama: a la Suárez Gayol no llega un tractor desde 1985 y a Triángulo 5 desde 1989; tampoco reciben piezas de repuesto ni neumáticos, y en la provincia hay 152 de estos equipos destinados al acarreo de leche.
La maquinaria también es imprescindible para llevarles agua en pipas a más de 120 mil cabezas en la provincia. La situación es crítica en Triángulo 1, donde se les suministra a cerca de 6 mil vacunos diariamente; en el primer cuatrimestre de este año han muerto de sed mil 400 animales. Tienen contratos para hacer 10 pozos y construyen otros criollos, pero solo resolverán la mitad de las necesidades, afirmó Humberto Tuero, director de la empresa.
Del buen oír a la tecnología
Los resultados que han alcanzado algunos hombres incorporados a la agricultura a partir de la entrega de tierras en usufructo hace admitir a muchos profesionales que “la disciplina y el buen oír son un espaldarazo para la tecnología”. Incrédula, busqué experiencias.
En menos de una década, el otrora constructor Enrique Pérez Horta logra más del 95 % de natalidad en sus vacunos y mil 906 litros de leche por vaca. Ciertamente “levantó” una finca de cinco caballerías que es una joya y “escuchando a los que saben y acercándome a los científicos” obtiene excelentes resultados en bovinos, carneros, équidos y cerdos. Ahora está empeñado en reforestarla con especies de maderas preciosas.
Y ciencia constituida, como dicen los que conocen, también hay. La UBPC Patria o Muerte, de Jimaguayú, logró los 2 millones en el 2009 cuando alcanzaron el mejor año reproductivo con el 80 % de natalidad.
Ángel Morell, el mismo que administraba aquellas tierras cuando eran una granja, admitió que la debacle llegó en el momento en que los técnicos e inseminadores se jubilaron, y aunque la UBPC formó otros, no dieron los mismos resultados. Ahora aspiran a producir un millón y medio de litros, pero tendrán que lograr más nacimientos.
En Camagüey también se debe extender el uso de la inseminación artificial al sector cooperativo y campesino y, a aquellas unidades donde aún no se aplica, con el objetivo de lograr entre 70 y 80 % de natalidad, lo que permitirá aumentar los volúmenes de leche. Han formado 60 inseminadores, y se trabaja para continuar capacitando técnicos que se incorporen a las labores pecuarias.
La recuperación ganadera en la región se beneficiará con insumos que van llegando, como son 300 cercas eléctricas para el acuartonamiento y uso racional de los pastos, molinos de viento, máquinas forrajeras, conductoras de agua, termos para enfriar la leche, además de las soluciones financieras para las UBPC y los sistemas de pago en el sector estatal.
Álvaro Aguilar Soto, subdelegado de la Agricultura, está consciente de que enfrentan un desafío. “Comenzaremos este año por 94 millones de litros y 23 mil toneladas de carne (récord 53 mil) para seguir creciendo. No podemos decir que faltan cosas mientras no explotemos adecuadamente las que tenemos; hay que sustituir importaciones, esa es nuestra misión”.
Iba un guajiro montado…
Quizás por esa herencia que corre por mi sangre me satisface tanto ver a un vaquero “bien ensillado”. Y disfruté muchísimo al saber que la recuperación de este sector en Camagüey incluye el rescate de la cultura ganadera.
Amplios sombreros, pantaloneras, botas, camisas, espuelas… y las bestias con sus aparejos. Mucho tiene que ver eso con pequeñas industrias que en la provincia hacen esas producciones perdidas de nuestra geografía.
Y están allí muchos de los “nacidos debajo de una vaca”, como Armando Amayuela, el administrador de la UBPC 3 de Octubre, quien de niño acompañaba a su padre en sus andanzas por los potreros. “Él me amarraba las piernas a los estribos de la montura para que no me cayera y me subía en la telera de la vaquería para ver el manejo con los animales.
“La cultura ganadera comienza por los hombres, que sepan vestirse, conozcan la crianza de los animales según el racial con que trabajan, los potreros y la tecnología del ordeño. Hay que lograr que nuestros hijos vuelvan a sus raíces, aunque se capaciten en los politécnicos y las universidades.
“Hay que crear sistemas de pago que motiven, que no suceda como ahora, que comienza la primavera y la gente escasea para atender a los animales. Mira cómo se ha perdido la cultura, que muchos campesinos tienen las fincas limpias y sueltan los animales a pastar donde hay marabú; luego cuando estos regresen expulsan las semillas en las excretas y los suelos se vuelven a infestar.
“Yo disfruto cada trabajo que hago en la ganadería, soy fundador de esta UBPC y en ella he hecho de todo; lo que nunca lograrán es arrancarme de la tierra ni privarme de andar por la llanura en un caballo de trote”.
Nace una industria
Sobre lo que estaba construido hace muchos años, se yergue hoy una nueva fábrica de leche en polvo que podrá asimilar 100 mil litros diarios (iniciará con 60 mil) procedentes de las vaquerías de la cuenca camagüeyana. Está al borde de la circunvalación y su objeto de obra más complicado es la elevación de la torre de secado, cinco metros por encima de lo que se levantó antaño. También se diseñó una chimenea que sacará el humo y los gases contaminantes a niveles que no perjudiquen a los habitantes de la ciudad ni al medio ambiente.
Alexis Gil Pérez, director de la Empresa de Productos Lácteos de Camagüey, informó a Trabajadores que la tecnología de la planta es china, con caldera y compresores de aire italianos; el monto de la inversión es de 13 millones 200 mil pesos y las pruebas de producción deben comenzar a finales de septiembre.
Contrario a lo que sucede en muchos casos, el equipamiento tecnológico y los recursos constructivos están a pie de obra, por lo que debe recuperarse el tiempo perdido y concluir en la fecha replanteada, aclaró.
Gil significó que no mermará la cantidad de leche procesada en la pasteurizadora aledaña a la planta, ni en las demás fábricas de productos lácteos, sino que se aprovechará toda la que se obtiene en el territorio, cuyos excedentes se enviaban a dos de las provincias orientales.
Con este propósito se trabaja en la recuperación de los caminos lecheros, conocidos como anillos, muchos de los cuales están en muy mal estado, y se incrementará en seis el número de camiones refrigerados que acopiarán la leche.
Este auge incluye la restauración de 371 vaquerías típicas de los triángulos lecheros (hay 12 listas) y la construcción de otras, a partir de lo cual se podrán recuperar los volúmenes antes entregados. Hoy tributan al lácteo 6 mil 500 productores.
El directivo acotó que se están realizando pruebas de calidad a la leche en las unidades y en los laboratorios para corregir cualquier problema y garantizar que la que llegue a la industria tenga los requerimientos para obtener un producto óptimo. “La que están entregando actualmente cumple los parámetros establecidos”.
Agregó que de cada 10 litros de leche fluida se obtiene un kilogramo en polvo, y mediante el proceso industrial se logra también mantequilla, dos productos costosos en el mercado mundial, por lo que el objetivo esencial de esta fábrica es la sustitución de importaciones de aquellos alimentos que puedan ser producidos eficientemente en el país, como plantea el Lineamiento 184.