El diccionario define el vocablo decencia con certeza meridiana: Recato, honestidad, modestia y dignidad en los actos y en las palabras, conforme al estado o calidad de las personas.
Me detengo a meditar en él mientras repaso una vez más las palabras del General de Ejército Raúl Castro Ruz en la más reciente sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular cuando aludió al “acrecentado deterioro de los valores morales y cívicos, como la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad ante los problemas de los demás”.
Es uno entre varios, pero de medular importancia para contrarrestar las intolerables indisciplinas sociales que pululan en el territorio nacional, en personas de cualquier edad y que han ido incrementándose como una bola de nieve pendiente abajo, la cual entre más avanza, más tamaño adquiere.
Y no puedo dejar de pensar en este momento en mi abuelo Gerardo, hombre de manos endurecidas, herrero de oficio que crió a golpes de martillo sobre el yunque a siete hijos en medio de una pobreza trepidante, pero a quien nunca le escuché decir una mala palabra aunque un metal al rojo vivo le tocara una parte de su piel. Me contó una vez, mientras yo azuzaba el fuego en la fragua, que había leído en algún lugar una frase que para él era como un talismán: “El pobre no tiene más capital que su decencia”.
Tampoco he podido olvidar el encuentro que tuve hace más de 10 años con una familia que vivía en la pobreza extrema en la ciudad de La Ceiba, al norte de Honduras. Acompañé a un médico cubano. Él había sido invitado para recibir personalmente el agradecimiento por salvar la vida del “tierno” (el niño más pequeño). El bohío era de adobe y techo de zinc, el piso, de tierra. Conversábamos cerca de la puerta de entrada. Unos cuantos pequeños correteaban descalzos y mal vestidos detrás de un perrito. Cuando alguno de ellos necesitaba entrar por alguna razón, decía: “Permiso señores”. Ninguno de ellos pasó sin pronunciar esa frase. Pregunté. No asistían a la escuela. La miseria se los impedía. Pero los padres les exigían ser respetuosos con los demás.
No pretendo afirmar que cualquier tiempo pasado haya sido mejor. Eso sería negar la dialéctica, la transformación paulatina de la sociedad, el avance de la inteligencia y los muchos beneficios que el proceso revolucionario, imperfecto pero justo, ha propiciado a la población en cualquier sitio del país.
Pero como bien lo explicó Raúl, los más de 20 años de período especial, cargado de escaseces y limitaciones de todo tipo, han resquebrajado de manera notable los valores morales y éticos de una cantidad notable de quienes que vivimos en este archipiélago. Las crisis económicas generan inexorablemente crisis sociales.
Además, es adecuado reconocer que han existido demasiado descuido y falta de exigencia, en las escuelas y las familias y en buena medida, por parte de las autoridades a las que les corresponde exigir por el buen actuar en todos los sentidos.
No comparto en modo alguno el criterio de que son los niños, adolescentes y jóvenes los más indecentes. También han perdido valores conductuales personas de la tercera edad que enarbolan sus años como justificación para no respetar el orden en las colas, exigir más de lo que les corresponde…
Afrontar el problema corresponde a todos; es cierto. Pero existen diferentes grados de responsabilidades. La escuela tiene su parte, al igual que las familias, como también les corresponde una cuota a la sociedad y sobre todo, a las autoridades competentes. Si la disciplina no es manifestada espontáneamente, hay que exigirla con la aplicación de las medidas coercitivas pertinentes y eso le corresponde, en primera instancia, a la Policía, la Fiscalía y los Tribunales.
El doctor Alfredo Darío Espinosa Brito, sobresaliente médico cienfueguero y Héroe del Trabajo de la República de Cuba, en una entrevista para este semanario, afirmó: “Actualmente se ha perdido un calificativo que daba la sociedad a las personas y a las familias: decentes, o simplemente buenos. Se sobreentendía que los que así se calificaban eran capaces de abrazar los ideales más elevados de mejoramiento humano, incapaces de hacer el mal, odiar o agredir sin causa”.
Y pueden agregarse: ser solidarios; expresarse adecuadamente en cualquier sitio, independientemente de sus características; cuidar los modales y las formas de vestir, y tener presente siempre la moral y el civismo imprescindibles, o sea, el comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública.
“Tengo fe en el mejoramiento humano, en la utilidad de la virtud”, dijo José Martí en la presentación del Ismaelillo.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.
Creo que es una excelente reflexion, pero llega mi pregunta;; porque ninguna autoridad hizo caso a quienes mas de una vez alertaron sobree esta caida que see estaba produciendo?, porque ahora y sin snaar as causas que condujeron a tal estado de cosas?. La anecdota que cuentas estimado periodista, erra comun, muy comun een os dias que mas de uno fuimos ninos n nuestro pais, donde los pobres atormentados por la pobreza, igualmente manteneiamos esa prropia conducta, que fue resquebrajandose hasta donde ha llegado hoy y que nos escandaliza a muchos, aunque para otros resulte normal.
Ni siquera las emisoras de radio, ni la TV se libra de este virus, los medios mucho que podrian hacer, y no con simples spots, tambien el resto de la prensa. Es tal el desorden que habra que tomar medidas severas para tratar de ejercer e influenciar por el bien de esa sociedad que se deteriora en este sentido.
Cuando se ha visto ese cotidiano espectaculo de cuando aun no son as ocho de la manana, no se cuantos individuos seentados en un conten, sin trabajarrr, pero bebieendosee una botella de ron, habando a voz dee cuello y usando las peores palabras e indescencias?. Preguntesee uds. en cuantos lugaresdel mundo ocurren cosas de ese tipo?.
Fijese ud. que no solo es esto; la violencia aumenta, y se manifiesta en las actitudes muy cotidianas en cualquier medio, la violencia contrra los animales que sirven al hombrre incluso para ganar su sustento, esa vioencia tambien es parte de las causas que conducen por el camino al que nos referimos.
Hablarr de honestidad a mi no me va, porque se trata de una palabra gastada, porque muchas veces quienes mas la utilizan son los peores desonestos, los peores ladrones, los peores corruptos.
Como y porque los individuos, han perdido la moral y vivimos en una pais, donde se cambio el nombre a la palabra robar por la de luchar?, entonces robar que es delito s
e convirrtio en un hecho cotidiano, y se roba en todas partes, no por neceesidad sino parra lucrar. Se roba especialmente al Estado, que es dueno de todo, pero que esta ausente de verdaderos veladores de su propiedad, asi llamada del pueblo.
Es verdad que las escaceses, la necesidad, que realmente la falta de salarios sean estimulantes, son «caldos de cultivo» para muchas cosas, pero aun asi y en medio de todo ello y de muchas cosas mas, hay mucha gente que no perdio la decencia.
Siempre trato de poner ejemplos para estos casos a los que hago referencia, mire ud. con el combustible, cuanto se roba y desvia. Digame alguien cuando ha visto a un almendron parado en un cupet echando diesel o gasolina?, pueden haber casos, pero super contados, sin embargo ninguno de ellos para ell vehiculo. Como es posiblee que cantidadees sustanciales de pinturas y materiales dedicados a la remodelacion de edificios se sustrraiga y desvie por los propios trabajadores y se venda por la llamada izquierrda?.
Porque ud. ha de ir a cualquierra institucion de los servicios yy sin tenr que pagar, tenga que hacer regalitos para poder recibir un servicio que es obligacion del que ali labora?
Asi montones, de ejempos. Y mire fijese en as propias tiendas recaudadoras de divisas, , el servicio no puedee ser peor y mas de una vez cuanto se ha visto de venderr prroductos vencidos, productos que son «propiedad» de los empleados, productos que han sido rebajados y sin embargo ees mantienen el precio. Todo ello ante los ojos de los gerenticos, tambien envueltos en eesa tela y marana?.
Entonces se queda uno realmente pasmado ante tanta dsidia, abandono, ant tanta corrruptela, ante tanto deshonor, y ahi esta el asunto, que paso con el honor de la gente?. Gracias