«Era un monstruo enorme, oscuro y aterrador». Esas palabras de Julie Jones, de 54 años, sobreviviente del devastador tornado que asoló este lunes el sur de la ciudad de Oklahoma, encierran la desesperación de los habitantes de Moore, el suburbio más afectado por el meteoro.
Las carreteras fueron arrasadas del suelo y cientos de casas quedaron reducidas a un montón de escombros, mientras los equipos de rescate continúan sin interrupción las operaciones de búsqueda de sobrevivientes.
Con 1 200 tornados por año como promedio, Estados Unidos es el país con mayor frecuencia de ese tipo de fenómeno climático en el mundo, según la Agencia Nacional Oceanográfica y Atmosférica (NOAA).
Aunque al principio se pensó que era un EF-4, el de Moore, con vientos de 320 km/h, fue clasificado como EF-5, la mayor escala de intensidad de los tornados. En su momento más álgido, llegó a tener hasta 3 kilómetros de amplitud.
Sobre la cifra exacta de víctimas hay oscilaciones. Las autoridades locales llegaron a hablar de 91 muertos, entre ellos 40 niños, y 237 heridos. Sin embargo, el martes en la tarde los expertos forenses redujeron la cifra de muertos a 24 personas, nueve niños entre ellas, reporta Russia Today.
El presidente norteamericano, Barack Obama, se comprometió a brindar apoyo federal a los afectados.
«El tornado se formó a tal velocidad y fue de una magnitud tan asombrosa que, aunque las advertencias se hicieron lo más rápido posible, muchos no tuvieron tiempo suficiente para prepararse», le explicó a BBC John Hart, del Centro de Predicciones de Tormentas de Oklahoma. Los residentes solo tuvieron 16 minutos para buscar refugio después de que las autoridades dieran la alarma.
Hart afirma que cuando sucede un fenómeno como ese «no hay mucho que se pueda hacer para evitar el daño. Lo único que uno puede hacer es refugiarse en un sótano bajo tierra, cosa que no hay en Oklahoma, o tratar de huir de la ruta del tornado».
Este enorme tornado ha encontrado ya un hueco en la escalofriante lista de los más mortíferos de la historia. Uno de los primeros puestos lo ocupa un fenómeno ocurrido en 1999 en la misma región, en el cual se registraron los vientos más rápidos jamás vistos en la superficie de la Tierra: más de 500 kilómetros por hora.
(Tomado del periódico Granma)