«Los golpes caen como martillazos: la sequía de 2005, la crisis del precio de los alimentos del 2008, la sequía del 2010 y en tres años el cambio climático nos empujará hacia nuestra segunda crisis alimentaria», sentencia la organización de ayuda humanitaria Oxfam en el informe Cultivar un futuro mejor.
El documento analiza los desajustes del sistema alimentario internacional y señala que los precios de los alimentos básicos se duplicarán en el 2030 a menos que los Gobiernos tomen medidas.
En Cuba el Estado promulgó el Decreto 259 que entrega tierras en usufructo a personas naturales interesadas en hacerlas producir y posteriormente el Decreto 300 con cambios que tuvieron en cuenta aciertos y desaciertos de su antecesor, como parte de una estrategia que se inserta en la búsqueda de la sostenibilidad y autosuficiencia alimentaria que ya rinde sus frutos… Los cubanos vuelven su mirada a la tierra…
Un campesino de pura cepa
Cuando Julio César Calzadilla Pérez terminó el décimo grado transgredió los anhelos de sus progenitores y retomó el camino familiar. Volvió a sus orígenes, a trabajar la tierra junto al padre, allá en el poblado de Boca, municipio holguinero de Gíbara, en el oriente cubano.
– Tus condiscípulos, ¿qué hicieron?
– Los hay médicos, licenciados, militares…
– ¿Cuándo te encuentras con ellos sientes alguna frustración?
– De ninguna manera. Conversamos, nos relacionamos bien. Cada uno exhibe sus éxitos con orgullo, y yo también los míos, porque mi vocación era y es trabajar la tierra, sobre ella, haciéndola producir, me siento realizado.
Convocado por el amor, tras las huellas de Yennis, una bella e inteligente mujer, ingeniera agrónoma de profesión y fiel defensora de los suelos, se instaló definitivamente en la oriental provincia de Las Tunas, donde su voluntad y entrega han sentado cátedras en el sector campesino, ahora en áreas de la Cooperativa de Créditos y Servicios Niceto Pérez, muy próximas a la ciudad.
Y su currículum vitae no deja espacios a las dudas: fue delegado a los congresos XIX de la Central de Trabajadores de Cuba —pertenecía entonces a una granja estatal— e Internacional de Porcicultura (2008); y, obtuvo el título honorífico que otorga la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y la condición de Vanguardia Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores Agropecuarios y Forestales. Fue precandidato a delegado al X Congreso de la ANAP.
Para Julio el futuro es mañana, pero sus simientes se riegan, fertilizan y cultivan hoy. Esa es su máxima y con excelentes resultados la fundamenta. El tránsito del sector estatal al campesino tuvo respaldo jurídico en las resoluciones 960 (2002) y 357 (2009), del Ministerio de la Agricultura, como parte del programa encaminado a la búsqueda de formas que incrementan el sentido de pertenencia del productor y tiene en las fincas el núcleo, tal y como lo refrenda el Decreto 300.
En reconocimiento a sus méritos y potencialidades productivas, recibió en usufructo 13,42 hectáreas en una zona, donde la existencia de un espejo de agua y la fertilidad del suelo le auguran nuevos triunfos.
Identificado con el sugerente nombre Las Y de Calzadilla —un culto al amor filial: Yennis (su esposa); y, Yannelis, Yannis y Yisel (hijas)—, este pedazo de tierra prospera y rinde frutos que se integran al proyecto de agricultura suburbana, pues está ubicado a unos 3,5 kilómetros al sur de la capital provincial.
El fruto de sus esfuerzos se traduce en las entregas al Estado de diferentes productos para su comercialización y el abastecimiento directamente a puntos de venta, placitas y Mercados Agropecuarios Estatales, de guayaba, col, leche, yuca, boniato, plátano, tabaco, pimiento… En esos terrenos no hay espacios vacíos.
“Este año tengo en plan producir más de 5 mil litros de leche para su venta directa a los consumidores y a la industria”, asegura Julio y habla entusiasmado del propósito de suministrar 0,5 toneladas de carne de ganado menor y 0,9, y cerrar este calendario con unas 100 toneladas de viandas, hortalizas y granos, y otras cuatro de tabaco.
Agricultura sostenible…
Julio defiende tres principios como inviolables para hacer sostenible la agricultura y enumera: “El productor no puede perder nada, ni los desechos de cosecha (compost para el mejoramiento del suelo), ni el estiércol de res (fertilizante orgánico) y el porcino (sustrato para alimento de las aves); el marabú sirve para carbón que es una fuente de ingreso en divisa para la adquisición de insumos: machetes, limas, guantes, sogas, botas…”
¿Los otros dos?
“Producir los 365 días del año. Sembrar cultivos que a los 60 o 70 días puedan cosecharse, eso hace sustentables las inversiones y garantizar con recursos propios no menos del 70 por% del alimento animal, no estar esperando el barco, que esas cosas lleguen de afuera; y, apoyarse en la asistencia científico-técnica que nace en los proyectos de la Universidad y de las instituciones del MINAGRI: de suelos, sanidad vegetal, veterinaria…”
Son esas las razones que justifican su optimismo y la seguridad de que una agricultura sostenible está al alcance de las manos laboriosas, a las que él suma fuerza laboral contratada en dependencia de las necesidades, y convierte a la finca en atractiva.