Los mensajes que hoy los cubanos lanzan al mundo tienen su más imponente escenario en la Plaza de la Revolución José Martí, de la capital, se multiplican a lo largo de nuestra alargada geografía, en todas las plazas y avenidas del país, y se escuchan en todas las latitudes, alto y claro: unidad en torno a la dirección revolucionaria, decisión de seguir avanzando como siempre lo hemos hecho, sin dejarnos vencer por las dificultades, y de construir ese socialismo próspero y sostenible al que todos aspiramos, que depende de nuestros propios esfuerzos.
No necesitamos ni permitimos que nadie nos venga a imponer recetas, tenemos nuestras propias soluciones a los problemas, basadas en el análisis profundo de la realidad, en consonancia con nuestros principios y como continuidad de un legado de lucha del que nos sentimos orgullosos y estamos dispuestos a enriquecer con la obra de hoy y del mañana.
Marchamos con alegría, jóvenes y menos jóvenes, hombres y mujeres y hasta niños, muchos en hombros de sus padres, alzando banderas, enarbolando telas y carteles, proclamando a toda voz nuestros vivas a la Revolución, a Fidel, a Raúl, al socialismo, y a ese amigo inolvidable que siempre nos acompañará: el Comandante Hugo Chávez Frías.
Marchamos para ratificar nuestra voluntad de avanzar en la actualización de nuestro modelo económico, de poner mayor énfasis en la eficiencia, la productividad, el cumplimiento de los planes y presupuestos, el ahorro y el control de los recursos, que constituyen las claves para avanzar.
Marchamos motivados por la próxima celebración del XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, que pondrá en el primer plano el análisis del papel del movimiento sindical ante las transformaciones que se producen en el país y la tarea de atraer a las filas de la organización a todos para que todos contribuyamos a la edificación de un futuro mejor.
Marchamos inspirados por el aniversario 160 del natalicio de nuestro Héroe Nacional, en cuyo homenaje se constituyó la CTC y bajo cuya guía un grupo de jóvenes, conducidos por Fidel Castro reiniciaron la batalla emancipadora del pueblo cubano con los asaltos a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, acción de la que este año conmemoraremos seis décadas.
Marchamos bajo la mirada del líder indiscutible de los trabajadores cubanos, Lázaro Peña, quien supo como nadie pulsar el sentir de las masas laboriosas, encarnar sus más sentidas aspiraciones y conducirlas, primero en la lucha por su emancipación y después en la forja de una sociedad nueva.
Este es nuestro Primero de Mayo, la espléndida y fecunda primavera cubana, el desfile de millones que encarna la voluntad de millones, una marcha formidable y poderosa por Cuba.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …