Cuando el pasado 16 de junio de 2017, el presidente estadounidense Donald Trump proclamaba en Miami la reversión de la política hacia Cuba de su predecesor Barack Obama, blasonando de realizar una “cancelación total del mal acuerdo con el régimen cubano” (2), un asunto (entre otros), lo dejaba conectado a la estrategia anterior, en clara comunión de las élites imperiales: el uso de las telecomunicaciones para el propósito de “cambio de régimen”. Continuar leyendo