Por Antonio Ruiz Camacho “¿Apellido?” preguntó la recepcionista, su rostro iluminado con el pálido reflejo azul de la pantalla de su computadora. Dejé que mi hijo mayor contestara la pregunta. Era su visita al dentista después de todo. «R-u-i-z», dijo con esa voz desconcertante y de ultratumba que sólo los adolescentes y mafiosos en las… Continuar leyendo