Cada día, sobre las cinco de la mañana, la doctora Loida Mevis Savón George se levanta y comienza su rutina: se baña; prepara el desayuno (algún jugo y unas tostadas) y sale a cumplir con la pasión de su vida: la medicina, esa profesión que le ha dado la oportunidad de servir al prójimo con mucho amor. Continuar leyendo