Además de una ola de protestas y críticas por evitar inclinarse ante el emperador japonés Akihito y lanzar con impaciencia comida a las carpas koi del Palacio de Akasaka, durante una ceremonia oficial, la visita del presidente estadounidense Donald Trump a Japón ha puesto el dedo en la llaga de un tema tan delicado como el rearme de ese país Continuar leyendo