Este sábado fue el primero que entró al terreno y el último en salir. Subió a la lomita, se quitó la gorra y pidió al cielo con sus manos en forma de corazón, como si su esposa recién fallecida lo estuviera mirando orgullosa por lo que había decidido hacer: lanzar y ganar, jugar y amar. Erlis se enjuagó las lágrimas, pidió una pelota y comenzó el calentamiento Continuar leyendo