Muchos entre los autoproclamados periodistas progresistas y analistas en el mundo hacen hincapié en la riqueza de los candidatos, en los millones de dólares necesarios para ser elegidos, en los ingresos adicionales del candidato y congresista elegido provenientes de los grupos de presión (“lobbies”), en la corrupción y en la feroz rivalidad bipartidista. Continuar leyendo