Alguna vez le dijeron que era probable que no pudiera regresar a un campo de juego, pero los médicos no saben nada de fútbol y ayer miles de personas agradecían la bendita locura de Eriksen y ese vicio más fuerte que el miedo, ese delirio por una pequeña esférica de cuero, que condena a los hombres a ir detrás de ella Continuar leyendo