El río Ariguanabo fenece irremediablemente entre la desidia y el abandono. Su grito de auxilio estremece a cualquiera que ame la naturaleza y se acerque a sus contaminadas aguas, adonde va a parar cualquier resto de los desperdicios generados en la ciudad. Su lamento es triste. El deterioro de lo que antaño fuera orgullo de… Continuar leyendo