El carretillero al que habitualmente le compro viandas y algunas hortalizas afirma sin medias tintas: “Los inspectores no me dejan vivir”. Y narra entonces más de un incidente con algunos de ellos por tratar de aplicarle una penalización financiera sin que haya violado lo establecido en la ley o determinada regulación que —innecesariamente, a mi modo de ver— le han adjuntado a la legislación en los territorios, como los lugares por donde tienen prohibido pasar y vender. Continuar leyendo