París.− Lo confieso. Alimento mis días con agudas reflexiones, dulces nostalgias y por supuesto inolvidables experiencias. En ocasiones se entrelazan y me muerden el alma sin piedad. Revelo, que en esta a veces injusta profesión no me siento dueño de nada. Solo intento compartir lo real, la caprichosa anchura humana y hasta mis… Continuar leyendo