Habíamos esperado tanto que ni siquiera el frío de la larga tarde-noche (11 grados) pudo entumecer las ganas de escribir. Fue innovador haber usado el metro para trasladar a los protagonistas de los Juegos Panamericanos desde la Villa Olímpica al Estadio Nacional recién pintado de su color de siempre: blanco como la copa de los Andes. Continuar leyendo